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"Perrhijos"

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03.08.2024

Dice la sabiduría popular que cuando se alcanza cierto tiempo soltero cualquier web se convierte en una aplicación de citas. Linkedin, Wallapop, la app del supermercado o los comentarios de las noticias, si hay una fémina al otro lado de la pantalla, se le tira la caña, las redes y la flota pesquera completa del Atlántico Norte si es necesario.

Las apps de citas, como el resto de redes sociales, condensan lo mejor y lo peor del ser humano. Son una herramienta increíblemente útil para conocer gente, y simultáneamente son la peor forma posible de hacerlo fuera de la cárcel; el juego de la seducción se convierte en ver quién realiza la puja más alta en un mercado de carne. Desde el punto de vista antropológico, sin embargo, Tinder es una mina, una investigación de campo donde el sujeto de estudio es uno mismo, una autoetnografía, por usar el término que se inventaron los de letras (perdón: "ciencias sociales") para poder colar sus colecciones particulares de anécdotas como tesis doctoral.

En una app de citas la mayoría de las cortesías y convenciones sociales que fingimos en nuestra vida normal no existen. Es un salvaje oeste del ligoteo, un anarcocapitalismo del metesaca al que uno tiene que ir mentalmente preparado.........

© Libertad Digital


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