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El sanchismo, de Puente a Ocaña
Lo bueno del régimen que Sánchez está montando ya a toda máquina – y lo malo también, porque ni así la mitad del país parece despertar y uno ya no sabe qué haría falta para impedir la degeneración final– es su absoluta transparencia. No me refiero, por supuesto, a la transparencia que debe exigírsele a todos los gobiernos y que no es, precisamente, una de las virtudes del presidente y sus adláteres. No, hablo del absoluto descaro con el que muestran su verdadero rostro.
En las últimas horas lo hemos visto a través de dos rostros –en el primer y........
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