Anda la inteligencia del PP nacional empeñada en lograr ser residual en Cataluña. De nuevo. El empeño es tan tenaz que provoca cierta ternura. ¿Quién les habrá dicho que sus votantes residen en el Círculo Ecuestre, o que la clase social a la que representan comparte mesa con los amnistiados del 3%? ¿En sus archivos electorales nadie les dijo nunca que en 1995 el PP de Vidal-Quadras ganó al PSC en Nou Barris, barrio obrero y castellanohablante de Barcelona, sacando el mejor resultado de la historia del PP en Cataluña? ¿O qué un año después dobló el resultado electoral en las Generales?

No se puede hacer una traslación espejo de la clase social del barrio de Salamanca de Madrid con la de los barrios pijos de la Bonanova y Pedralbes de Barcelona. Todos son mayoritariamente de derechas, pero los de Barcelona ya tienen dueño: pertenecen a la derecha nacionalista. Aunque el PP está empeñado en confundir su clase social con la clase social catalanista de derechas. Si los ejes de la clase social fueran la clave para localizar a su electorado habrían de disputársela a Junts, o sea, a la antigua CiU de Jordi Pujol. Pero si reparan un momento, éstos llevan cuatro décadas votando a la derecha nacionalista, no al PP. Como ellos llevan cuarenta años mendigando su apoyo para formar gobiernos en Madrid. ¿Y si prueban a buscar a su electorado? ¿O mejor, a cultivar su propio huerto?

Vayamos por partes. El catalanismo nacionalista de Jordi Pujol se pasó sus 23 años de gobierno forzando una ingeniería social segregacionista. Eso sí, exquisitamente camuflada. Había que conseguir el cuidado sin que se notase el efecto. De forma ladina y sin levantar polvareda, impuso "su" lengua, excluyó la del "colono", logró una policía propia, una red de medios públicos de comunicación, el cien por cien del sistema educativo, tramos cada vez mayores del IRPF y la leyenda de maltrato fiscal, de genocidio cultural y un constante agravio como víctimas que el Estado opresor debía saldar indefinidamente. En esa Cataluña pujolista la discrepancia era "facha" y la hegemonía moral, patrimonio de una nación oprimida. Tras esa telaraña sutil se fue vaciando Cataluña de Estado. Empezando por sus símbolos nacionales.

En esa atmósfera era imposible discrepar. Ningún gobierno español lo intentó siquiera. Pero agotado el catalanismo biológico del Gran Timonel, el primer Tripartito creyó que la construcción nacional necesitaba más determinación, y emprendieron una cruzada idéntica a la diseñada por Pujol (supremacista, excluyente, xenófoba…, y ahora ya secesionista), pero sin miramientos ni remilgos. Craso error, hasta ese momento tenían controlada a la Resistencia y neutralizada una respuesta política. Abierto el conflicto, surgió C´s en 2006. El resto ya lo saben, una Cataluña definitivamente rota en dos mitades en espera del zarpazo definitivo del 2017.

Durante ese proceso, el eje derecha/izquierda fue un camelo. Lo que ha primado siempre para el catalanismo fue el eje nacionalismo catalán/España. Aunque hablen de izquierdas y derechas. Si reparan, mientras la Cataluña española se dejaba enredar en ese eje de izquierdas/derechas, el catalanismo tenía partidos de izquierdas y derechas cubriéndolo todo. Y camuflándolo todo. El PSC ha sido la llave maestra para neutralizar a la izquierda española, blanquear al nacionalismo y ocultar a España en Cataluña. La consecuencia ha sido el control de todas las instituciones de Cataluña por parte del nacional-catalanismo. Ese revoltijo donde la izquierda y la derecha sólo es un cebo catalanista.

Regresemos a la conllevanza de Ortega mal aplicada por Aznar y peor entendida por Rajoy. Y diseccionemos el "bilingüismo cordial" de Alberto Nuñez Feijóo y sus sesudos ingenieros electorales en busca del timo de la reconciliación. Empeñados en "confundirse en el paisaje" (acuérdense de Josep Piqué) se niegan a ver la realidad: el nacionalismo no quiere convivir con España, la quiere romper. Y los más empecinados, los herederos de Pujol, Puigdemont y su derecha rancia, no están para conllevarse con nadie. Pierdan toda esperanza. Solo se avienen a jugar si ganan. Que se lo digan al dueño del prostíbulo que se cree presidente y se ha quedado compuesto y sin presupuestos.

El error en que está empeñado ahora mismo Feijóo, ya lo cometió su partido antes.

Lo exponía con exactitud de bisturí Anna Grau en Las tres heridas del constitucionalismo. El primer error fueron los pactos del Majestic de 1996 donde Aznar creyó amansar a la fiera ofreciendo la cabeza de su líder en Cataluña, Alejo Vidal-Quadras. Además dejó vía libre para su política lingüística, un nuevo modelo policial para Cataluña, cesión del 30% del IRPF, la eliminación de los Gobernadores Civiles y los trámites para acabar con el Servicio Militar, etc. El futuro presidente Aznar acababa de suturar la vía de agua que el catalán Vidal-Quadras había abierto en la hegemonía moral del catalanismo, y renunciado al mejor resultado electoral hasta la fecha. El error fue mayúsculo, la batalla cultural iniciada por la Resistencia al nacionalismo y encabezada sin complejos políticamente por el líder del PP en Cataluña que amenazaba acabar con la hegemonía moral del nacionalismo, quedaba descabezada y deslegitimada. La misma traición al constitucionalismo en Cataluña entonces, que la amnistía de Pedro Sánchez ahora. No por la amnistía en sí, que también, sino por la legitimación del relato nacionalista que convierte su manipulación histórica, su limpieza lingüística, su supremacismo, su desprecio a la leyes de España y a los catalanes no nacionalistas en legales y legítimos. Contra eso no se puede luchar. O no se puede luchar con la ley de tu parte.

Segunda herida. La persistencia en el error se renueva con el fin de los 23 años de Gobierno de Jordi Pujol y la entrada en escena del primer Tripartito. Al fin, el PSC, la esperanza blanca de los ilusos que aún diferenciaban entre catalanistas y nacionalistas colaborará como nunca con los nacionalistas-separatistas de ERC y de los nacionalistas de izquierda de IC. El Pacte del Tinell, el que impuso la desvergüenza del cordón sanitario al PP mostrará de forma descarnada la utilización del PSC de los votos del emigrante obrero y castellanohablante. Ni siquiera Pujol se atrevió a multar por rotular en castellano a pesar de tener legislación ya para ello. Ese dudoso honor empezó, precisamente, con el PSC en 2023, y ese vergonzoso primer Tripartito, presidido por Pascual Maragall. Desde entonces, las multas lingüísticas han ido en aumento. ¿Y qué hizo el PP ante esa situación? ¿Buscar perfil propio? ¿Defender el constitucionalismo, la nación española y los derechos lingüísticos de todos? ¿Romper con el statu quo para evidenciar el conflicto?

¡No! Había que guardar pleitesía al catalanismo. Una vez más.

Y llegó C´s para romper el tablero. Un partido de centro izquierda en defensa de la nación española, la igualdad lingüística y contra el nacionalismo obligatorio cuyo primer objetivo era servir de bisagra en España para que ningún otro partido de gobierno español dependiera nunca más de los chantajes nacionalistas. Como también saben todos ustedes, murió en el intento. Pero matizando la euforia que Albert Rivera levantó en Anna Grau en el artículo citado, fue él la causa del fracaso al poner rumbo a la derecha de Rajoy, en lugar de mantener el rumbo de centro izquierda para suplantar, arrinconar u obligar a cambiar al PSC, el verdadero aliado del nacionalismo en la sombra, y el cáncer posterior del PSOE en España.

En el tránsito, el PP de Cataluña ha sabido incorporar a su tarannà cierta rebeldía del C´s original, sobre todo en la batalla cultural. Sin embargo, el PP nacional sigue ignorando ese camino. En las pasadas elecciones, a Pablo Casado le faltó tiempo para irrumpir en Catalunya Radio y RAC1 para destrozar todo el prestigio y la campaña emprendida con éxito por su candidato Alejandro Fernández. A día de hoy, y mientras escribo este artículo, aún sigue en el candelero quién será el candidato en Cataluña. Imposible hacerlo peor.

CONCLUSIÓN. Mientras gobernó Pujol, media Cataluña estuvo bajo su bota, sepultada, silenciada, y en cierta medida, sumisa. Pero sus herederos, los herederos de Pujol, rompieron la sociedad en dos con el golpe Institucional al Estado de Derecho de 2017. El conflicto despertó a los humillados. ¡Bendito conflicto! como bien dice Cayetana Álvarez de Toledo. Al fin podremos ¡todos! y no solo unos, defender nuestros derechos sin chantajes morales ni privilegios medievales.

Sirva al PP, o a cualquier otra formación no nacionalista, la oportunidad. El electorado del PP no está únicamente en el eje izquierda/derecha, sino en el espacio de los humillados cultural, nacional y lingüísticamente, en el de los trabajadores excluidos por su lengua o su origen, en las clases medias hartas de la inseguridad y la fiscalidad arbitraria, en los hijos de toda España que viven en los cinturones de las ciudades de toda Cataluña tratados como extranjeros, y en los propios catalanohablantes de ocho apellidos que están hartos de que los confundan con nacionalistas dispuestos a convertirlos a ellos mismos en "Extranjeros en su país".

La dirección del PP en Madrid ha de entender que no tiene un electorado de clase en Cataluña, ni siquiera tiene electorado definido, lo tiene que crear. Y eso no se improvisa, se amasa durante mucho tiempo. Antes de recoger el huerto hay que sembrarlo, y antes de sembrarlo, arar y abonar la tierra. El PP siempre empieza por el final sin darse cuenta que no tiene ni huerto. A esto se llama batalla cultural. Y no hace falta sólo en Cataluña, sino en toda España. Y no sólo vale para el PP, vale para el resto de partidos constitucionalistas que no quieren que le roben su nación de libres e iguales. Y su historia, sus emociones y su lengua. Sus enemigos llevan 40 años dándola.

QOSHE - La insoportable levedad del PP en Cataluña - Antonio Robles
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La insoportable levedad del PP en Cataluña

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22.03.2024

Anda la inteligencia del PP nacional empeñada en lograr ser residual en Cataluña. De nuevo. El empeño es tan tenaz que provoca cierta ternura. ¿Quién les habrá dicho que sus votantes residen en el Círculo Ecuestre, o que la clase social a la que representan comparte mesa con los amnistiados del 3%? ¿En sus archivos electorales nadie les dijo nunca que en 1995 el PP de Vidal-Quadras ganó al PSC en Nou Barris, barrio obrero y castellanohablante de Barcelona, sacando el mejor resultado de la historia del PP en Cataluña? ¿O qué un año después dobló el resultado electoral en las Generales?

No se puede hacer una traslación espejo de la clase social del barrio de Salamanca de Madrid con la de los barrios pijos de la Bonanova y Pedralbes de Barcelona. Todos son mayoritariamente de derechas, pero los de Barcelona ya tienen dueño: pertenecen a la derecha nacionalista. Aunque el PP está empeñado en confundir su clase social con la clase social catalanista de derechas. Si los ejes de la clase social fueran la clave para localizar a su electorado habrían de disputársela a Junts, o sea, a la antigua CiU de Jordi Pujol. Pero si reparan un momento, éstos llevan cuatro décadas votando a la derecha nacionalista, no al PP. Como ellos llevan cuarenta años mendigando su apoyo para formar gobiernos en Madrid. ¿Y si prueban a buscar a su electorado? ¿O mejor, a cultivar su propio huerto?

Vayamos por partes. El catalanismo nacionalista de Jordi Pujol se pasó sus 23 años de gobierno forzando una ingeniería social segregacionista. Eso sí, exquisitamente camuflada. Había que conseguir el cuidado sin que se notase el efecto. De forma ladina y sin levantar polvareda, impuso "su" lengua, excluyó la del "colono", logró una policía propia, una red de medios públicos de comunicación, el cien por cien del sistema educativo, tramos cada vez mayores del IRPF y la leyenda de maltrato fiscal, de genocidio cultural y un constante agravio como víctimas que el Estado opresor debía saldar indefinidamente. En esa Cataluña pujolista la discrepancia era "facha" y la hegemonía moral, patrimonio de una nación oprimida. Tras esa telaraña sutil se fue vaciando Cataluña de Estado. Empezando por sus símbolos nacionales.

En esa atmósfera era imposible discrepar. Ningún gobierno español lo intentó siquiera. Pero agotado el catalanismo biológico del Gran Timonel, el primer Tripartito creyó que la construcción nacional necesitaba más determinación, y emprendieron una cruzada idéntica a la diseñada........

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