A llorar a la calle de la llorería
Pierdan toda esperanza, Pedro Sánchez no dimitirá. En su brújula electoral crece un desprestigio personal que le invalida para seguir engañando a la ciudadanía. Esto apesta a una nueva maniobra para salir del fango que él mismo ha vertido y en el que se sabe irremisiblemente enlodado.
En su fealdad no duda en utilizar el amor a su mujer para convertirse en la víctima de un contubernio ultraderechista que, Abra Kadabra, comprende a toda la oposición y a todos los que no se pliegan a su voluntad. El manual del perfecto caudillo. O si quieren, el manual del perfecto caradura. ¿Cómo se atreve a sobreactuar con el amor a su mujer, si de quién está enamorado de verdad es de sí mismo?
La pulsión que le ha llevado a la espantá es que no le quieren, que le hemos deshumanizado. ¡Vaya por Dios! el galán de tranvía, el niñato caprichoso no se siente querido. ¡Con lo que él vale!
Ha forzado alianzas incompatibles, ha mentido a todo el mundo, ha cedido ante los más macarras, olvidó que no se pueden romper todas las reglas sin consecuencias. Y cuando tanto desvarío le lleva ante el........
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