El oro y el moro catalán
La burguesía catalana es de las más famosas. No necesariamente de las más productivas. Hay honrosas excepciones individuales y familiares. Pero un vistazo desapasionado obliga a repensar el mito. ¿Dónde estarían o habrían estado algunos, de no ser por el chollo de que España no se presentó ni a la Primera Guerra Mundial ni a la Segunda? Es fácil vender lo que sea mientras todos los demás se están matando. En la práctica disfrutas de una especie de mágico arancel, de mercado dopado. Gran parte de la política catalana del siglo XX se entiende mejor así: como un intento de perpetuar la excepcionalidad en el tiempo y de acotarla en el espacio. Conseguir más que competir.
Tampoco es que la izquierda catalana se haya lucido nunca mucho, económicamente. Companys marchó al exilio con una mano rota delante y otra mano rota detrás, que es como siempre vivió. Y después de él malvivió Tarradellas, siempre a la última pregunta. Toni Comín no habría aguantado ni quince minutos. Todo ello mientras el gobierno vasco, también en el exilio, ataba los perros con morcillas. Era tan simple como que, a diferencia de los catalanes, no le quisieron dar un duro a Negrín para sufragar los estertores finales de la República (española). Ya todo el mundo apuntaba maneras. Eso sí, la versión oficial es que el dumping fiscal lo inventó Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
Es verdad que Cataluña (al igual que Madrid y Valencia) hace el papel de Cenicienta en el régimen de financiación autonómica general. Ese que cuesta tanto........
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