De lobbies y de lobos
Los lobbies, grupos de presión o de influencia son legales, son legítimos y, en su día, el presidente Kennedy llegó a decir que le ayudaban a entender en diez minutos los problemas reales de la gente que sus asesores tardaban tres días en explicar. Suponiendo que se hubieran enterado de que existían. El poder político tiende a vivir encerrado en una burbuja hermética, irreal, que hay que pinchar de vez en cuando con una aguja grande, de las de hacer media.
En momentos como el que vivimos aquí ahora mismo, con un mapa político muy fragmentado, muy polarizado y con el Parlamento convertido en una guardería de minorías a cual más consentida y más ruidosa, es de prever que cada uno vaya a lo suyo y que los lobbies hagan su agosto. Impuesto a la banca, sí o no; reducción de la jornada laboral, adelante o atrás; nucleares arriba o abajo. Todo es susceptible de mercadeo. A veces mirando el interés más o menos particular o general, a veces simplemente pretendiendo marcar "paquete". Quien más concesiones arranca, más y mejor puede presumir de su influencia.
Una de las huellas más indelebles del........
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