La dimisión es lo decente
Nadie en su sano juicio político puede estar contento con la actitud del señor García Ortíz. Nadie con dos dedos de frente puede dejar de sentir tristeza por que una institución capital del Estado de derecho esté a punto de desaparecer. Nadie preocupado por ese bien común, llamado España, puede dejar de lamentarse por un Gobierno que, lejos de cesar en su puesto al fiscal general del Estado, lo somete a sus barbaridades. Ha pasado por primera vez en España y sospecho que también por primera vez en el mundo civilizado, o sea, en el mundo sometido al imperio del Derecho. De la ley. La máxima autoridad de la Fiscalía General del Estado ha sido imputada por un presunto delito de revelación de secretos por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, pero se niega a dimitir. ¡Es una locura! Ha perdido su autoridad, pero no quiere reconocerlo. Un imputado por la Justicia dictará y dirá cómo hay que acusar a........
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