No todo es la estética
Por entonces lucía una larga melena; aquel día, la cubrió con un amplio sombrero, llevaba unos pantalones anchos, un calcetín rojo y otro azul. Era el dos de agosto de 1971 y David Bowie acudía por primera vez a la famosa Factory para conocer a Andy Warhol, a quien idolatraba. Compuso una canción para aquella ocasión y actúo para él. Warhol se mostró inexpresivo, al parecer no le gustó. Sin embargo, quedó prendado, embriagado, con los zapatos de Bowie: un fetiche que singularizó el momento en el que aquellos dos grandes artistas se conocieron. Qué duda cabe que los estilismos del Duque Blanco marcaron su arrolladora y creativa personalidad, pero la esencia de su talento estaba en la música, en sus canciones. De la misma forma que, más allá de la introvertida y extravagante personalidad de quien fue capaz de hacernos vibrar con el diseño de un bote de sopa de tomate,........
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