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¿El fin del pensamiento crítico?

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18.12.2025

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Un día después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en la prensa tradicional y en plataformas como Substack aparecieron publicados desde ensayos que recapitulaban los factores por los cuales Donald Trump había triunfado con tan apabullante votación hasta artículos que pugnaban por avizorar el porvenir de la nación a partir del 20 de enero de 2025, cuando daría inicio el segundo periodo presidencial del magnate. Más allá de lucubrar los motivos del fracaso de Kamala Harris y de las acusaciones internas sobre la debacle demócrata, y por supuesto, más allá de las celebraciones triunfalistas y petulantes que se burlaron de quienes proyectaron una cerrada elección –un error en el que incurrió incluso alguien tan poco amigo de los demócratas como Niall Ferguson, según admitió en su cuenta de X y en un artículo en The Spectator–, deberíamos cuestionarnos sobre las causas que indujeron un pronóstico tan erróneo. Previsiblemente, los programas y podcasts que minan el periodismo en favor del sensacionalismo y la mentira –la principal división de la guerra ideológica que permitió la reconquista trumpiana– repiten que la equivocación se debe a que los medios mienten, y que en confabulación con los académicos e intelectuales intentaron confundir a los ciudadanos. De esta acusación, tan tópica de los populismos, una de cuyas estrategias es configurar a los intermediarios y los contrapesos como enemigos del pueblo, resalto el antiintelectualismo que subyace en su formulación y la manifiesta cruzada contra los datos y análisis. Por ello, considero que el fracaso de las previsiones se debió, más que a una deliberada pérdida de objetividad, a que el lector promedio, al renunciar a verificar las noticias que recibe, único recurso para sobrevivir el asedio de la desinformación, voluntariamente ha renunciado al pensamiento crítico y en cambio ha aceptado zozobrar en la desconfianza como única certidumbre.

Entendido como una racionalidad que busca transformar la realidad mediante un paradigma científico, la crítica propagó las ideas de libertad y democracia que conformaron el mundo en que vivimos a partir del siglo XVIII. Como Octavio Paz se ocupó de señalar, esta función es, incluso, indisociable de la sensibilidad poética moderna. Más aún, diría que el concepto de estética resulta incomprensible sin el lenitivo crítico. Sería tema de una investigación minuciosa encontrar los vínculos que unen a la popularización de la imprenta con la circulación de las ideas que cuestionan las verdades inmutables y las teocracias, y cómo tal reflexión moldeó una sociedad que aspiraba a la libertad, la democracia y el progreso; un ideal que en modo alguno puede reducirse al cariz económico ni al aspecto técnico. En uno de los reportajes que la revista Time dedicó a la elección, “How Trump won”, Eric Cortellessa menciona un dato que considero esencial: las personas menores de cuarenta años no se informan a través de los medios tradicionales –prensa escrita, radio y televisión–, sino que prefieren las redes sociales y los podcasters. Más astutos que los demócratas, que hasta en la estrategia electoral pecaron de burocracia, los asesores aconsejaron al presidente electo cortejar a ese sector al que los problemas........

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