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“Si descubriéramos el porqué del pesimismo encontraríamos el origen del mal”. Entrevista a Osvaldo Soriano

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15.12.2025

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Nacido en Mar del Plata (1943) y muerto tempranamente en Buenos Aires (1997) a consecuencia de un cáncer de pulmón, Osvaldo Soriano fue uno de los escritores argentinos más traducidos y mejor recibidos por la crítica y el público europeos. Su primer éxito narrativo fue Triste, solitario y final, a la que siguieron No habrá más penas ni olvidoCuarteles de inviernoA sus plantas rendido un leónUna sombra ya pronto serásEl ojo de la patria y La hora sin sombra. De sus comienzos en un periodismo directo, combativo y refrescante en el diario La Opinión –que desde 1987 continuó en el exitoso e iconoclasta Página/12, del que fue editor– se han recogido varias muestras reeditadas, como sus novelas, en América y Europa: Artistas, locos y criminalesRebeldes, soñadores y fugitivosCuentos de los años felicesPiratas, fantasmas y dinosaurios y Arqueros, ilusionistas y goleadores, todos tan intensos, certeros y amenos como su narrativa.

Tuvo una niñez errante con su familia, fue delantero centro en Tandil y redactor de la revista Primera Plana en Buenos Aires. Durante la dictadura militar, Osvaldo Soriano se trasladó a Bélgica y, posteriormente, a París. Vivió también en los Estados Unidos antes de volver a su país, donde el éxito no le sacó de sus casillas. La entrevista tuvo lugar en un boliche bonaerense, donde Osvaldo Soriano se mostró como hombre reflexivo, cordial, socarrón y escéptico.

¿Tus primeras vinculaciones con el hecho literario?

Son muy tardías. Al menos con lo que tradicionalmente se entiende por literatura. Soy hijo de un funcionario de la compañía de aguas que debía desplazarse por todo el país, incluso por lugares muy remotos en los que muchas veces no había ni librerías. Mi único acercamiento a la palabra escrita era a través de la historieta. Consumía tres o cuatro revistas de historietas semanalmente. Además, yo tengo una formación más bien técnica. Hice la Escuela Industrial en Neuquén hasta el cuarto año. Pero he vivido en San Luis, en Río Negro… en muchos lugares. Y nací en Mar del Plata, pero de una manera casual, por eso la pregunta “¿de dónde soy?” me pone en un aprieto. Debí leer los primeros libros hacia los veintiún años, en Tandil. Allí un amigo me pasó algunos libros de ciencia ficción. Recuerdo Soy leyenda de Richard Matheson, que, creo, fue el primero, pero luego devoré toda la colección de ciencia ficción que hacía Editorial Sudamericana. Posteriormente –no llegué a Buenos Aires hasta los veintiséis o veintisiete años– empecé a leer de manera muy caótica a los clásicos alternándolos con la novela policiaca. Saltaba con gran candidez de Crimen y castigo a El halcón maltés, de una novela de Evelyn Waugh a Papá Goriot, de Los hermanos Karamazov a una novela de misterio. La mayoría de los escritores han tenido una formación humanística a través de su familia o de sus estudios. Ese no es mi caso, quizá por eso le tengo menos respeto a la grandilocuencia. Además, los acercamientos eran mucho más intensos, era descubrir mundos nuevos. Recuerdo que descubrir a Dostoievski para mí fue acceder a un mundo que ni siquiera sospechaba que pudiera existir. En otro extremo, leer a Raymond Chandler fue descubrir toda la costa de California y meterme en sueños que dieron origen a mi primera novela, Triste, solitario y final. Aún hoy me ocurre esto. Soy lector tardío de autores famosos. A Graham Greene lo he leído en los últimos años y todavía estoy leyéndolo. Hasta le he mandado tarjetas postales como un admirador más. Los amigos se sorprenden: “¿Cómo no habías leído El americano impasible?” ¡No! La leí hace poco. ¡Qué maravilla! En Francia me leí a todo Simenon, pero tengo grandes huecos en mi formación cultural. Puede que preguntes si leí a alguien que todo el mundo ha leído y no lo he hecho. Lo puedo leer mañana, pero este caos con el que accedo a la literatura no me lo podré ordenar nunca y no tengo ningún interés en hacerlo.

Hay, pues, no solamente un nomadismo vital, sino también un nomadismo literario como lector y como escritor: tres de tus novelas se desarrollan en la Argentina, otra en los Estados Unidos, otra entre África, París y Zúrich, otra en varios países de Europa…

Claro, soy escritor porque nomadeaba, ya que en mi casa no había un........

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