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El libro y la cultura económica

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02.10.2024

Con los desastres de la guerra civil, España desatendió la exportación de libros y perdió gente valiosa para el mundo editorial, en beneficio de Argentina y México. La industria editorial mexicana no empezó entonces, como algunos han dicho, pero, sin duda, mejoró. Porrúa y el Fondo de Cultura Económica llevaban años de existir, eran importantes y lo siguen siendo, a diferencia de la Editorial Séneca (fundada por el exilio español en México), que desapareció. Sin embargo, las aportaciones de talento, vocación, experiencia y relaciones fueron decisivas. La diáspora republicana creó una red de contactos valiosos para el mundo del libro por todo el continente

Los libros en español tienen un mercado común natural. Es un mercado global (de lectores en el mismo idioma) y al mismo tiempo protegido (de los otros idiomas). En este mercado, España tuvo (y después recuperó) el primer lugar, que transitoriamente ocupó Argentina y nunca llegó a tener México. Pero hubo un tiempo en que muchos universitarios de habla española se abastecían de libros del Fondo de Cultura Económica, creado por Daniel Cosío Villegas, que había sido promotor de los estudios económicos, de la licenciatura en economía y de la revista El Trimestre Económico. (Arnaldo Orfila, traído de Argentina como sucesor de Cosío Villegas y despedido tontamente, prolongó ese liderazgo internacional en la editorial Siglo XXI.)

El Fondo era un foco internacional de cultura, no sólo de cultura económica. Don Daniel no creía que la ciencia económica bastaba para entender la realidad. Así también pensaban Keynes y Hayek. Éste, venerado por los economistas de la Universidad de Chicago, les dijo en un discurso famoso: “Un físico puede ser sólo un físico […] pero nadie puede ser un gran economista si es sólo un economista […] el economista que es sólo economista probablemente se volverá un estorbo, cuando no un positivo peligro.” (“The dilemma of specialization”, Studies in philosophy, politics and economics

Durante un buen número de años, los libros mexicanos destacaron por su capacidad de abrirse paso en el extranjero, algo poco común en las otras manufacturas del país. Empezaron a ganar mercados y prestigio. Por ejemplo: en 1951, gracias a la presencia de José Gaos en el Fondo, México puso en circulación El ser y el tiempo de Heidegger, antes de que hubiera........

© Letras Libres


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