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“Cosillas para el Nacimiento”, de Carlos Pellicer

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18.12.2025

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Estas Cosillas para el Nacimiento (caso villancicos, aunque no son para cantar, ni se ajustan a la forma tradicional) permanecieron mucho tiempo dispersas. Pellicer no les daba importancia como poemas independientes (de ahí el nombre), sino como textos ancilares, subordinados a la verdadera obra que era el Nacimiento. Aunque los escribió desde 1976, no los editó separadamente, ni los incorporó a sus libros, fuera de quince que incluyó en los “poemas no coleccionados” de Material poético 1918-1961. Ahora las reúne el pintor Carlos Pellicer López, que continúa la tradición de poner el Nacimiento, después de ayudarle durante muchos años a su tío.

Pellicer puso en su casa el Nacimiento a lo largo de más de medio siglo. Hasta mil novecientos cuarenta y tantos fue un Nacimiento tradicional, aunque especialmente artístico: al ponerlo ejercía su vena de pintor. Por esos años, empezó a introducir elementos inusitados, que crearon de hecho un tipo de obra nueva, sin género conocido: una especie de auto sacramental de la luz, que expresa su religiosidad personal, que a nadie se le había ocurrido y que sin embargo resulta profundamente tradicional, porque reinventa el origen mismo de las fiestas de Navidad.

Las celebraciones navideñas incluyen representaciones del nacimiento de Cristo, que varían de la figura pintada a la de bulto, la teatral, la ritual, la sacramental; en la misa de Navidad, especialmente la de Gallo; en la celebración de las Posadas; en la representación de pastorelas; en pinturas y esculturas de muy diversas clases, especialmente el Nacimiento. Pellicer introdujo una nueva representación: la experiencia del amanecer.

La concepción teofánica del amanecer es universal y milenaria. Ha inspirado cultos solares que, al avanzar los conocimientos astronómicos, se han extendido al calendario anual. La misma lucha del sol con las tinieblas que puede verse en el curso del día (nacimiento, apogeo, muerte y renacimiento), puede verse en el curso del año. A partir del solsticio de invierno, los días crecen hasta el solsticio de verano, cuando empiezan a decrecer hasta la “muerte y renacimiento” del sol cada 21 días de diciembre. En el antiguo Egipto, en Grecia, en Roma, diversas religiones mistéricas celebraron, por estas fechas (25 de diciembre, 6 de enero) fiestas de renovación, que más tarde fueron adoptadas por los cristianos, con nuevos simbolismos: Cristo como sol, luz del mundo, nuevo Adán, renovador de la Creación.

No deja de haber cierto equívoco entre el renacimiento (cíclico) y la resurrección (histórica, definitiva). La verdadera fiesta “mistérica” del cristianismo es la Resurrección. La celebración de la Navidad tuvo un desarrollo tardío. Tiene algo de afirmación “pagana” de este mundo. Fue criticada en la patrística griega como una fiesta no muy cristiana. Empezó a........

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