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El dilema de la intelectualidad de izquierda ante los cambios en Cuba

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16.12.2025

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En 2008, con la asunción oficial de Raúl Castro como primera figura del poder en Cuba, se produjo el tránsito desde un sistema autoritario populista, basado en la redistribución y ciertos niveles de seguridad social, a otro muy diferente. Ambos coincidían en la carencia de pluralismo político y democracia, pero se diferenciaban en el sentido de la responsabilidad social del Estado ante la gente que había caracterizado la etapa de gobierno de Fidel Castro. En consecuencia, el tradicional modelo populista-asistencialista de control político vigente durante décadas, que combinaba coacción policial, adoctrinamiento ideológico y cooptación material, devino en otro, de franco cariz antipopular, en el que el Estado trasladó el peso de la crisis a las espaldas de las familias y personas, y donde la represión abierta adquirió mayor peso dados el carácter irreversible de la crisis, el aumento exponencial de la pobreza y la pérdida del monopolio de la información, las comunicaciones y la opinión pública por el Estado.

Una trasformación de tal índole colocó al sector de la intelectualidad cubana en un serio dilema. Los sistemas políticos férreamente autoritarios y verticales generan una casta utilísima e imprescindible para el poder, vinculada especialmente al campo cultural e intelectual, que es donde se produce y reproduce la ideología oficial o de Estado. Desde el mismo inicio del proceso cubano se entronizó este grupo, que pronto dispuso de santas escrituras –“Las palabras a los intelectuales” pronunciadas en 1961 por Fidel Castro– y de su propia iglesia: el Partido Comunista, refundado en 1965.

Hace poco recibí la misiva de una colega a la que aprecio y respeto por sus investigaciones en el campo de la historia. En ella reprocha la defensa que hago de los presos políticos, a los que considera en su mayoría vándalos que merecen altas condenas de prisión. La actitud de negarse a ver más allá de la narrativa oficial no es propia del pensamiento científico ni de una ética de la profesión. Pero ese es un conflicto de la intelectualidad, dentro y fuera de Cuba, especialmente desde que el estallido social del 11 de julio de 2021 requiriera un análisis político profundo y comprometido con las necesidades de la nación y su gente.

Si volvemos la mirada a la historia universal y nacional, constataremos que ha sido eminentemente el sector de la intelectualidad, más preparado que otros para reaccionar enérgicamente ante los mecanismos de dominación –dadas su formación jurídica, filosófica, histórica, sociológica, antropológica, etc.–, el que detentó un liderazgo político y encabezó las demandas de trasformación.

No obstante, en los modelos de socialismo........

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