Democracia y buen alcantarillado
En medio de un alud de definiciones pomposas y maximalistas, el periodista y poeta inglés John Betjeman describió sin ambages lo que era su país: “¡Nuestra nación representa democracia y buen alcantarillado!”. Democracia es poder votar (echar a los que nos desagradan) y respetar el Estado de derecho, que nos hace a todos iguales. A base de bofetadas parece que los españoles finalmente lo vamos aprendiendo.
Buen alcantarillado, sin embargo, es más alegórico. Tiene que ver con una administración austera, ágil y, sobre todo, eficaz. Después de una década de brindis al sol, parece que por fin volvemos a pensar en tener los pies en el suelo. Porque después del informe PISA, del previsible colapso de infraestructuras y de la que se nos viene encima con la sequía, dos cosas parecen claras: tener malos gobiernos tiene consecuencias y, en segundo lugar, especialmente en los asuntos públicos, son pocos los que gritan y muchos los que callan. Estaría bien no olvidarlo.
Tener malos gobiernos tiene consecuencias. ¡El Govern no es culpable de que no llueva! Pero sí lo es de que la sequía nos coja mal preparados. En pocos........
© La Vanguardia
visit website