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Las vidas soñadas
No me gustan los hombres guapos, tampoco los feos, obviamente, pero sí todos aquellos que irradian belleza. Me pasó con el recientemente desaparecido Paul Auster, tras cruzarme y hasta hablar con él en el patio del hotel Reconquista de Oviedo cuando, en el 2006, acudió a recoger el premio Príncipe de Asturias de las Letras. Qué elemento, más allá de sus libros, que había leído muchos años atrás y de los que, seguramente, ya confundía unos argumentos con otros. Era de aquellos a los que sin dudar les........
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