Sobredosis a la francesa
Hace un calor tremendo. Y eso que está medio nublado. Bailando dentro los baggy que juré que no volvería a usar en la vida (este vaquero solo sirve para delatar a los jóvenes que asaltan los armarios de sus padres pero más a los viejos rockeros) y calzada con unas bambas igual de cómodas y desfasadas decido ir hasta la estación como siempre, en mi bicicleta negra. Es destartalada pero eléctrica, vieja pero nueva. La única que me han robado dos veces y otras tantas he pagado para recuperarla. ¿A ver si será siempre la misma?
Analizando a cada pedalada esas y otras pérdidas, alcanzo mi destino muy rápido. Creo que demasiado. Es tan pronto que me enfado porque ya me veo esperando horas un tren retrasado. Cargado de caras largas. Pero como que no pasa y........
© La Vanguardia
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