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Esta muerta está muy viva
Se acercaba a las familias, rotas de dolor, y les ofrecía, siempre a cambio de buenas propinas, un mejor nicho para sus muertos. No sé si más altos. No sé si más céntricos. No sé si más anchos. ¿Más luminosos? ¿Con vistas? ¿Cerca de algún ilustre cadáver? Al asesor y trabajador de un cementerio de cuya ubicación no quiero acordarme, que hizo eso hasta afanar dos mil euros a ocho familias (dos mil por cabeza), lo pillaron. Lo apartaron. Y, por supuesto, lo despidieron. Caso cerrado. Las familias siguen indignadas y sus muertos sin el ascenso prometido porque nadie, ni siquiera el embaucador despedido, puede saltarse las férreas normas que regulan el........
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