Corazón de cerdo
Es fuerte y positiva. Ha hecho deporte toda la vida. Y se ha cuidado como nadie. Pero a veces ni con eso es suficiente. De un día para otro, el corazón empezó a ralentizar su pulso, como queriendo decir basta, y probó terapias alternativas, retiros y meditaciones, pruebas y dietas extrañas. Transitó consultas de cardiólogos y toda suerte de especialistas. Curanderos y santeros. Y tras achuchones, sustos, hospitalizaciones, descansos inútiles –y con unas ganas locas de curarse– asumió que no había otra, que tenía que pasar por quirófano.
La operación ha sido a corazón abierto. En pleno verano. Una cirugía de rotundo éxito. Pero lo está pasando más mal que bien, o como ella dice, muy regular. ¿Qué quieren? El calor es insoportable. La faja oprimiéndole el pecho........
© La Vanguardia
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