El año de Franco
El Gobierno ha decidido convertir el 2025, cincuentenario del fallecimiento de Franco, en un año destinado a conmemorar el retorno de las Españas a la libertad tras cuatro décadas de dictadura. Ahora bien, ese episodio no produjo per se el desplome del régimen del 18 de julio ni la emergencia de un sistema democrático, sino la puesta en marcha de un proceso complejo y difícil, la transición, culminado con la celebración de las primeras elecciones libres en 1977 y con la aprobación de la Constitución en 1978. Esos son los dos hitos determinantes, no la desaparición física del dictador, de la instauración de la democracia en las Españas.
Escoger la muerte de un individuo como hecho definitorio de algo suele ser un ejercicio de necrofilia (ensalzar el cadáver y su obra) o de necrofobia (hacer un ajuste de cuentas contra el finado). En el escenario polarizado de las Españas, todo indica que la intención del Gabinete es la segunda: sacar el espectro del Invicto Caudillo de su sepulcro para convertirle en el centro del debate público. Quienes no acompañen al Gabinete en ese festejo se convertirán en paladines del Antiguo Régimen. Esto no ha de causar sorpresa. Desde 1977, con distinta intensidad, la izquierda celtíbera no ha dejado de tachar de franquistas a sus rivales cuando se ha sentido acosada o criticada.
El Gobierno está desarrollando en su plenitud la estrategia iniciada por........
© La Vanguardia
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