Perros en primera
Cualquier vuelo en avión que supere las ocho o diez horas genera una dimensión espaciotemporal que está fuera de la realidad. Se crea una especie de cápsula, un microclima en su interior, que desemboca en un mundo propio que desaparece cuando se vuelvan a abrir las puertas del avión. Sucede lo que solo puede suceder en ese no lugar, ubicado entre el cielo y el suelo, donde coincides durante más de diez horas, codo con codo, con personas a las que probablemente no vas a volver a ver nunca más.
Hubo un tiempo en el que en los vuelos transoceánicos, si viajabas en clase turista, siempre quedaban asientos vacíos que te permitían ir más ancho. Eso ya no sucede. Los aviones van a reventar. Y las cada vez menores dimensiones del espacio entre asientos provocan que esos vuelos sean un suplicio. Pero todo es siempre susceptible de empeorar.
El martes viajé con Iberia desde Barcelona hasta........
© La Vanguardia
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