Petrita y Rodolfo hace doce años que son novios. No se pueden casar porque no ganan lo suficiente para comprarse un pisito como los nuevos que se están construyendo en las afueras, en unos descampados sin vida que contemplan con envidia los fines de semana. Es el año 1959 y este es el arranque de El pisito, una de las películas más tristes, crudas y ásperas de la posguerra española.
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El retrato de la España de la época es demoledor. Trabajos de subsistencia, abuso de autoridad y necesidad de “conocer a alguien” que te abra puertas. Madrid, lleno aún de casas derruidas una década después del fin de la guerra. Las pintorescas corralas: habitaciones donde conviven familias enormes y algún realquilado con el váter comunitario y un retrato coral de todas las desgracias de un país pobre y devastado. Puro neorrealismo, centrado en el drama de la vivienda para la generación de los padres del baby boom que se fueron metiendo en las ciudades dormitorio que Petrita y Rodolfo contemplan suspirando.
En 1959 el problema eran los sueldos bajos y la falta de oferta. ¿Les suena? Esta semana se ha aprobado una ley de Vivienda que busca evitar los abusos que se cometen en toda España. Y no solo en el centro de las ciudades más turísticas: en todas partes reina la especulación, los fondos buitre buscando la máxima rentabilidad y la mentalidad rentista de una sociedad que ve la vivienda como única inversión sólida.
Pero volvamos a 1959. En ese momento en toda Europa, gracias al Plan Marshall, ya hacía años que se construía vivienda a toda velocidad para suplir las que la Segunda Guerra Mundial había destruido. Vivienda de promoción y propiedad públicas que, desde entonces, ha sido el primer hogar para diversas generaciones de europeos. Esto explica que se vayan antes de casa o que tengan hijos antes. Este sistema también está en quiebra en algunos países, por motivos similares a los de aquí, pero es la gran diferencia que explica las injusticias constantes que sufrimos los ciudadanos. Y sufriremos. Como muestra el hecho de que, antes de aprobarse la nueva ley, tantos arrendatarios se hayan visto estafados, presionados o expulsados. Vean El pisito en su plataforma favorita.
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