Columna de Jaime Mañalich: La seriedad de la muerte
En los seminarios sobre Evaluación de Programas de Salud se enseña que una de las formas de análisis más usado es el de costo/utilidad. Es decir, entre iniciativas en competencia por recursos siempre escasos, cuál es la que produce una mejor calidad de vida por el mayor tiempo posible al mayor número de personas. Esta calidad de vida se mide con diversos métodos; pero en general se asigna un valor máximo (1.0) a una vida plena y sana, y mínimo (0,0), a la muerte. En el terreno práctico, al ir a evaluar la calidad que las personas concretas asignan a un determinado estado de salud o enfermedad, que están padeciendo, o podrían padecer en el futuro a causa de la naturaleza progresiva de su condición, aparecen respuestas como que determinada condición es peor que la muerte.
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