Venezuela, la izquierda y Petro
Los sucesos de Venezuela funcionan como un partidor para las fuerzas de izquierda. De un lado quedan quienes rechazan el autoritarismo, la represión contra los opositores y la farsa electoral; de otro lado quedan quienes son cómplices, con su silencio o sus largas, de estas modalidades. Y en la mitad, posiciones como la del presidente de Colombia.
Empecemos por el principio: el régimen que se ha instalado en la vecina Venezuela, y que ha generado la expulsión de 7,7 millones de migrantes en una década, a la vez que ha asegurado el enriquecimiento de una minoría, no tiene nada de socialista ni tiene nada de, siquiera, progresista.
Con Maduro, los sindicatos se han debilitado, las organizaciones populares han sido cooptadas, los ricos se han enriquecido y los pobres, empobrecido; los partidos no han podido presentar candidatos (por ejemplo los partidos auténticamente de izquierda, que no son los del régimen, no han podido presentar candidatos a elecciones). Es un régimen antidemocrático, que confisca la soberanía popular cada vez que le es desfavorable (así sucedió en 2017), que concentra los contra poderes. Es un régimen autoritario, que persigue a la oposición, le da peso exagerado a las fuerzas militares (en un país que ha conocido varias dictaduras militares).
En 2018, Gustavo Petro identificaba ya a Maduro como un gobernante incapaz, censuraba el viraje cubano de Chávez y defendía a la OEA. Sus declaraciones le atrajeron las críticas de Diosdado Cabello, a lo que Petro replicó: “A ellos no les gusta la discusión, no les gusta que las personas tengan opiniones diferentes. No nos parece eso una conducta progresista, democrática”.
El Petro de entonces hubiera sido más contundente a la hora de rechazar la represión que está ejerciendo Maduro desde la declaración, por parte de sus esbirros, de su triunfo electoral. Las imágenes que llegan son de dos tipos: por un lado, declaraciones amenazantes Maduro y los hombres fuertes del régimen (Diosdado Cabello, Padrino López); por otro, imágenes de la represión.
Todo esto es muy feo, en todas las acepciones de la palabra. Son feas las interminables alocuciones de Maduro, con un público que debe aplaudirlo (por ejemplo cuando anuncia que construirá dos cárceles de máxima seguridad para opositores, con el objetivo de convertirlas en « centros de reeducación »). Son feas las declaraciones de Padrino López rodeado de un comando armado y denunciando un “golpe de Estado fraguado por los factores fascistas de la derecha extremista, apoyado por los factores imperiales, Estados Unidos y sus cipayos”. Es feo Diosdado........© La Silla Vacía
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