En esta semana, el presidente ha acusado a parte de la prensa de embrutecer a los colombianos, a la vez que multiplica los nombramientos de influenciadores en altos cargos y refuerza la propaganda oficial. Frente a un problema real (concentración de medios), ¿es esa una buena respuesta?

Las acusaciones de Petro a la prensa no son nuevas. En varias ocasiones, en el pasado, ha arremetido contra periodistas, o contra medios, por su manejo de la información, por sus sesgos, por obedecer a determinados intereses. La semana que recién pasó, acusó a las cadenas Caracol y a RCN de “embrutecer” a los colombianos (no sabemos por qué precisamente se encarnizó con estos dos medios, si estaba pensando en series o en noticieros en particular, en radio o televisión).

Paralelamente, sabemos que Petro es un usuario compulsivo de X (ex Twitter), que existe un ejército digital (los llamados “bodegueros”, es decir personas, pagos o no, y cuentas bots que trabajan para posicionar tendencias en redes sociales, replicar mensajes del presidente y atacar a contradictores), que esta semana circulará otro número del periódico oficial Vida, que esta semana también empezará a circular un documental sobre Petro (que él ha promocionado), que el manejo del noticiero de la cadena pública de televisión es cada vez más oficialista.

De entrada, debemos advertir que la acusación que sobre los medios hizo Petro, aunque genérica y poco precisa, no es algo que carezca de fundamento. Es verdad que en Colombia, como en la mayoría de países del mundo, la propiedad de los grandes medios están en manos de pocos. Grupos económicos poderosos acaparan cada vez más prensa, cadenas de televisión, entretenimento. (Así, por ejemplo, en Francia, desde hace unos diez años los hombres más ricos del país compraron los grandes periódicos; en España, dos grupos privados concentran una gran proporción de los programas de televisión, y cuatro consejos de administración controlan el 80% de las audiencias de radio y televisión).

De hecho, en Colombia los grandes grupos económicos han desplazado a los tradicionales orientadores de la opinión. Hasta hace unos 20 años, los hijos de los expresidentes tenían todavía el privilegio de manejar los noticieros nacionales. La matriz de la información política estuvo durante muchos años manejada por el periódico El Tiempo (y posteriormente Semana). Estos medios imponían determinada lectura de los hechos políticos. Subían y bajaban tendencias, ponían portadas y discusiones. Y lo que no quedara consignado en esos medios, incluso en forma de chisme o “confidencial”, no tenía relevancia.

Hoy, son grupos nacionales o extranjeros, o consorcios, pero cada vez más tentaculares, los que tienen la parte más abultada de la audiencia de información (RCN es del poderoso grupo Ardila Lule; Caracol Radio, del grupo Prisa; Caracol TV, Blu Radio y El Espectador, del grupo Santodomingo, El Tiempo, de Luis Carlos Sarmiento Angulo…). Así, denunciar la concentración de los medios no es ir contra la verdad. Por el contrario: es una situación de la que tal vez no somos lo suficientemente conscientes. Es bueno verla de frente, entender el fenómeno e indagar en cómo en otros hemisferios se ha respondido a esta amenaza real sobre el pluralismo mediático.

¿Cuál ha sido la respuesta de Petro frente a esta problemática? Su enfoque ha sido propender por la propaganda oficial (lanzó un periódico de altos costos para publicitar su gestión), cambiarle el cariz a los noticieros de la cadena pública RTVC, y sobre todo, privilegiar y empoderar a influenciadores y/o “bodegueros”. Acá, hay que hacer un paréntesis, que tiene que ver con la adicción a la red X que tiene el presidente. No todos los colombianos conocen X (de hecho, la inmensa mayoría de los colombianos jamás han usado X). Pero este ha sido el medio privilegiado por Petro para informarse, para difundir sus pensamientos, para cooptar a personas.

En las últimas semanas, han llegado a cargos importantes personas que se han destacado en la red X por trinar constantemente contra los adversarios de Petro, a la vez que aplaude acríticamente sus actos o palabras. Así, Cielo Rusinque dirige ahora la Superintendencia de Sociedad y Comercio, Gustavo Bolívar dirige ahora el Departamento de Prosperidad Social, Carlos Carrillo dirige ahora la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres, Susan Pérez dirige ahora las comunicaciones de Migración Colombia, David Rozo es ahora contratista de RTVC. Todos ellos son figuras caracterizadas del petrismo en el microcosmos de X. En la lógica lealtad vs traiciones inherente a Petro, han sido premiados con esos cargos. El ex senador Gustavo Bolívar resumió muy bien las cosas cuando asumió sus nuevas funciones como director de una entidad con un presupuesto de 11 mil millones de pesos: dijo que la principal misión que le encomendó Petro era “cerrarles la boca a todos los detractores y no defraudar a los que me han apoyado”.

Pienso que esta respuesta no es la idónea para combatir la concentración de propietarios de medios de comunicación. Las misiones de estas instituciones se desvirtúan cuando se ponen allí a personas con esa motivación. La concentración de medios tiene muchos problemas, pero no es sinónimo de uniformidad de vistas. Hoy en día, paradójicamente, hay más pluralismo y visiones del mundo en los programas de opinión de cadenas privadas (pienso en La Mesa ancha de RCN, o en Sala de prensa de Caracol, entre otros) que en los programas de opinión de Hollman Morris.

Pienso que la solución que propone Petro para un problema real es errada. Estoy convencida de que hay que trabajar para frenar la dependencia hacia los grandes grupos económicos. Se debe trabajar, por ejemplo, para que los periodistas se doten de reglas que permitan hacer su trabajo de forma independiente (separar claramente a los propietarios de la redacción). Se debe trabajar para facilitar la creación de medios independientes (con ayudas financieras estatales, pero que no impliquen sujeción ni medios oficiales; el modelo francés es interesante).

En el largo plazo, se debe discutir sobre las implicaciones del modelo actual y la viabilidad de otras modalidades (el equipo de investigadores que trabaja con la economista Julia Cagé tiene serias reflexiones al respecto). Otra, por supuesto, es tomar conciencia de ello y, como ciudadanos interesados en la deliberación pública, apoyar a medios independientes de los conglomerados económicos (como éste, La Silla Vacía, y como tantos otros que han surgido en los últimos diez años). Las bodegas que denigran del contradictor y el aplauso acrítico no enriquecen el panorama: lo empobrecen aún más.

QOSHE - ¿Propaganda oficial vs concentración mediática? - Olga L. González
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¿Propaganda oficial vs concentración mediática?

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17.03.2024

En esta semana, el presidente ha acusado a parte de la prensa de embrutecer a los colombianos, a la vez que multiplica los nombramientos de influenciadores en altos cargos y refuerza la propaganda oficial. Frente a un problema real (concentración de medios), ¿es esa una buena respuesta?

Las acusaciones de Petro a la prensa no son nuevas. En varias ocasiones, en el pasado, ha arremetido contra periodistas, o contra medios, por su manejo de la información, por sus sesgos, por obedecer a determinados intereses. La semana que recién pasó, acusó a las cadenas Caracol y a RCN de “embrutecer” a los colombianos (no sabemos por qué precisamente se encarnizó con estos dos medios, si estaba pensando en series o en noticieros en particular, en radio o televisión).

Paralelamente, sabemos que Petro es un usuario compulsivo de X (ex Twitter), que existe un ejército digital (los llamados “bodegueros”, es decir personas, pagos o no, y cuentas bots que trabajan para posicionar tendencias en redes sociales, replicar mensajes del presidente y atacar a contradictores), que esta semana circulará otro número del periódico oficial Vida, que esta semana también empezará a circular un documental sobre Petro (que él ha promocionado), que el manejo del noticiero de la cadena pública de televisión es cada vez más oficialista.

De entrada, debemos advertir que la acusación que sobre los medios hizo Petro, aunque genérica y poco precisa, no es algo que carezca de fundamento. Es verdad que en Colombia, como en la mayoría de países del mundo, la propiedad de los grandes medios están en manos de pocos. Grupos económicos poderosos acaparan cada vez más prensa, cadenas de televisión, entretenimento. (Así,........

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