¿Evadir es evitar un robo?
Conozco pocas personas a quienes, como a mí, les gusta pagar impuestos. Conozco aún menos colombianos así. Pero no es solo mi percepción. Estudios comparativos sobre moral tributaria muestran que Colombia, y América Latina en general, se destacan por una baja disposición a pagar y una mayor tendencia a justificar la evasión.
Eso no quiere decir que siempre lo hagamos con total desfachatez. Cuando una acción es moralmente cuestionable o legalmente reprochable, casi todos buscamos una justificación. La más recurrente que escucho entre quienes pagan a regañadientes o recurren a la evasión o la elusión es esta: “¿y para qué pagar, si igual todo se lo roban?”. Bajo esa lógica, evadir impuestos es evitar un robo.
Yo sostengo exactamente lo contrario. Evadir impuestos es robar. Y es, además, una forma particularmente perversa de hacerlo.
Los impuestos financian el gasto público. Y el gasto público es, o debería ser, uno de los principales instrumentos colectivos para enfrentar problemas críticos que no podemos resolver individualmente: seguridad, justicia, educación, salud, infraestructura, protección social. Además, el gasto público es para atender con prioridad a quienes más lo necesitan. No es evitar un robo: es cometerlo. Y agravado: un robo contra los más necesitados y contra las demandas colectivas más urgentes.
Hay algo profundamente incoherente en este razonamiento. Denunciamos (con razón) la corrupción pública, muchas veces con la simplificación excesiva del “todo se lo roban”, que además desconoce lo mucho que hace el Estado colombiano pese a sus limitaciones. Pero en el mismo gesto justificamos un........





















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