Salir de Galicia
Tiene el gallego el dolor del salir y el de quedarse. A menudo los vientos nos han llevado lejos. Hemos tenido el honor de surcar los mares y el orgullo de echar de menos el barrio. Tener que irse a veces es un fastidio, pero la vida no espera. Feijóo tuvo que partir, como tantos, a hacerse Madrid, que de todas las opciones es quizá la más propicia para la aventura foránea, porque no hay nadie allí de allí, y eso la hace tierra abierta y hospitalaria. Todo en la capital parece estar de paso, hasta la Cibeles, montada en su carro, como si esperara un semáforo en verde para escaparse.
Hay un proceso de adaptación en el aterrizaje en la villa y corte. Feijóo no debería haberlo necesitado, que ya por sus cargos llegó viajado, pero aún así se le concedió, que la política nacional se parece a la regional como un huevo a una castaña. Y muy a pesar de quienes claman por una oposición firme, encalla de........
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