León Sarcos: La felicidad es una condición del alma
El hombre que hace que todo lo que lleva a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz, expresó Platón, uno de los padres de la filosofía occidental, y muchísimos siglos después, el genial Friedrich Nietzsche confesará: El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
Ambos filósofos, en su definición, contienen verdades parciales indudables, como el hecho de que cuando hablamos de felicidad lo hacemos de momentos y no de periodos determinados de nuestra vida, en un caso, y en el otro, que la felicidad depende fundamentalmente de cada individuo y no de acompañamientos o acontecimientos del azar.
En mi sentir, coincido más con la noción –me luce más completa– que se desprende del juicio del maestro Jorge Luis Borges, que escribe a la muerte de su madre, a los 75: He cometido el peor de los pecados / que un hombre puede cometer. No he sido feliz… Diez años después, escribe en su último poemario, a los 85 años, en Los conjurados, que la belleza y la dicha, ‘‘el paraíso’’, están ahí al alcance de la mano, diariamente, y la profesora María Eugenia Estenssoro, deduce magistralmente una definición que comparto:
En términos espirituales, la felicidad no es un sentimiento ni una emoción; tampoco un arrebato cuando ocurre algo que mucho deseamos… Y aquí viene mi convicción… La felicidad es un estado del alma, una virtud o un poder personal que el ser humano alimenta o cultiva a conciencia. La felicidad se alcanza cuando logramos vivir en armonía con nosotros mismos, honrando la vida, la propia y la ajena, en comunión con la creación o el universo, como cada uno lo llame.
Cada quien debe ser feliz a su manera y los condicionantes de esa felicidad se los fija cada ser de acuerdo a su personalidad, sus gustos y sus niveles de conocimiento. Es allí donde se marca la pauta de los componentes del ‘‘éxito’’, ‘‘la belleza’’ y ‘‘la felicidad’’. Porque, vistos estos últimos conceptos –como los entiende la sociedad en su inmensa mayoría– bajo la óptica del mercado, simplemente constituyen una gran estafa a la condición humana, y un profundo irrespeto a la dignidad, y a la vida espiritual de los seres humanos.
En mi caso particular le hacen maravillosamente bien a mi estado del alma, un arsenal de imágenes –de la literatura, el cine y la vida– cosechadas en el tiempo que con celo guardo en la memoria y que, estoy seguro, muchas de ellas fueron compartidas por ustedes con grato placer.
Lecturas del recuerdo
*Hace falta muy poco para tener una vida feliz, está todo dentro de ti, en tu forma de pensar… Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de vivir, respirar, pensar, disfrutar, amar… Haz cada cosa en la vida como si fuera la última que hagas.
Marco Aurelio
*La vida tan breve, el arte tan largo de aprender.
Geoffrey Chaucer
*Siento horror por todos los oficios. Amos y obreros, todos ellos rústicos e innobles. La mano que escribe es igual que la mano que ara. ¡Qué siglo de manos! Yo nunca tendré mano. Después la domesticidad lleva demasiado lejos. La honestidad de la mendicidad me aflige. Los criminales repugnan como los castrados: en cuanto a mí, estoy intacto, y no me importa.
Arthur Rimbaud
*Vengo de una raza que se ha distinguido por el vigor de su imaginación y por el ardor de sus pasiones.
Edgar Allan Poe
*Todos los documentos leídos me han llevado al conocimiento de que los Estados Unidos no fueron para Poe sino una vasta prisión que recorría con la agitación febril de un ser creado para respirar en un mundo más aromático –que el de una gran barbarie iluminada con gas–, y que su vida interior, espiritual, de poeta o incluso de borracho, no era sino un esfuerzo perpetuo por........
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