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Humberto García Larralde: Acabar con el Estado de Terror al estilo cubano

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28.01.2025

La huella del régimen cubano en la represión de la población venezolana por parte de Maduro ha sido manifiesta. La infatuación de Hugo Chávez por la leyenda viva de la revolución, Fidel Castro, lo llevó a abrirle la puerta al G2 y a otros organismos cubanos para que supervisaran y/o controlaran aspectos de la seguridad del estado venezolano. Bajo tal embrujo, extendió a la isla el usufructo de la renta petrolera venezolana a través de mecanismos, en extremo concesionales, con los que le suministraba crudo. A tal grado fue la seducción de Chávez que puso en manos de su ídolo el manejo exclusivo de su enfermedad, es decir, lo que le quedaba de vida. En esta onda, accedió a designar como su sucesor, a quien fue formado políticamente como agente cubano en La Habana, en la escuela de cuadros Ñico López del Partido Comunista de Cuba, Nicolás Maduro Moros. Ello explica que, a pesar del colapso descomunal de la economía venezolana, Maduro haya procurado mantener la entrega de petróleo venezolano a la isla y demás concesiones cobijadas en el convenio con la isla firmado por Chávez y Fidel. Destacan ahí aspectos sensibles a la seguridad de Estado como son el manejo del registro público y de las notarías, del sistema de identificación ciudadana, amén de la organización y asesoría en cuerpos de inteligencia y contrainteligencia, como policiales, de la nación venezolana.

Los mecanismos de seguridad del Estado cubano, a pesar del estado comatoso de su economía, del fracaso absoluto de la Revolución y de la consecuente desaparición de toda legitimidad del castrismo, aun dan temor. Son legatarios del know-how desarrollado por la NKVD y la KGB soviéticas, y la Stasi alemán oriental (heredera, a su vez, de la Gestapo nazi), combinado con la “viveza” y la capacidad de engaño criolla de la cual Fidel fue siempre maestro. Para muestra, la célebre entrevista que le hiciera a Fidel en plena Sierra Maestra el periodista estadounidense Herbert Mathews a comienzos de 1957. Castro infló el tamaño de su incipiente fuerza guerrillera haciéndola dar vueltas, una y otra vez, alrededor de una colina que tenían al frente, dando a Mathews la impresión de que........

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