La democracia no es eterna
Quizá solo cabría añadir al título que encabeza estas líneas la firma del autor y fin, pero eso tendría dos problemas. El primero, que no se publicaría, y el segundo, y mucho más importante para un servidor, que no invitaría a pensar en estos tiempos de la rapidez digital, la información sesgada y a vuela pluma, la Inteligencia Artificial, que tiene más de lo adjetivo que de lo sustantivo, y la bronca, mucha bronca.
Porque si de algo andamos sobrados es de tangana y vocerío, soflamas, enseñas y eslóganes. Y violencia, claro, y esperemos que no de muertos, que es lo que tiene calentar a la gente y no expulsar y detener a quienes solo buscan la agresión por la agresión, como vivimos con la kale borroka, que hay que ver cuánto se parecen los cachorros de los extremos, sean de aquí o de allá, quizás porque solo sean eso, cachorros.
No voy a señalar a los responsables de semejante estado de convulsión, ni tampoco a quién empezó primero y mucho menos al y tú más, porque me parece de pelea de patio de colegio y, por ello, de un infantilismo paranoico, ancestral y profundamente ignorante.
Porque es la ignorancia, que parece instalada en nuestra sociedad tan desarrollada como un enlace del ADN español, la que nos hace no percatarnos de que los argumentos de los opositores y de los gobernantes son idénticos en función de su posición. Vamos, que se tiran a la cara lo mismo en cualquier Administración dependiendo solo de si gobiernan o no y da igual si es una amnistía, el sistema........
© La Opinión de Zamora
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