La muerte de la hemeroteca
“En este tiempo hostil, propicio al odio”, que diría el poeta Ángel González, asistimos a la caída y muerte de uno de los últimos baluartes que nos resguardaban del deshonesto e incongruente panorama político: la vergüenza de la hemeroteca.
Abran los ojos, las ventanas y las puertas, la verdad está ahí fuera: hoy por hoy, el contradecirse y el faltar a la palabra dada, lejos de considerarse como ignominiosas vergüenzas que justificarían, más que de sobra, la dación de un paso atrás en la llevanza de las responsabilidades públicas, han pasado a transformarse, sin embargo, en un arte meritorio y válido que, ajeno a toda moral y a toda culpa, se orina sobre el cadáver del interés público y no sirve más que a la conveniencia propia, ni siquiera partidista, del político de turno.
Lejos, así, de todo sonrojo, el desdecirse, una y otra vez, emerge, pues, no ya como una artimaña indecorosa que cuestione la confianza del que incumple lo dicho, sino como plausible prueba de flexibilidad mental y justa adaptabilidad........© La Opinión de Málaga
visit website