Desde que tengo memoria, el olor del café me acompaña en las mañanas de diciembre. Es un olor familiar, de casa y de mesa compartida. Para muchos de nosotros, el café no es solo una bebida: es parte de nuestra identidad, de nuestras conversaciones y de los rituales cotidianos. Y en Navidad, ese ritual cobra un significado más profundo.

Este año, en lugar de pensar solo en regalos convencionales, quiero proponer algo sencillo pero con impacto real: regalar café del Huila. No hablo del café que ves en cualquier estante sin nombre, sino de ese café que llega directo de las fincas, cuidado por familias que dedican sus días a sembrar, cosechar y tostar con dedicación. Regalar café así no es solo dar un producto; es apoyar a quienes de verdad hacen posible que tengamos una buena taza cada mañana.

Colombia produce........

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