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El Salvador: desigualdad y represión

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03.04.2024

El Salvador es un país con una historia tan convulsa, violenta y desgarradora, que merecería bastante más que un artículo periodístico para examinar los antecedentes históricos y el contexto social y, así, poder entender claramente la situación actual. Un territorio que, desde que Pedro de Alvarado (capitán de Hernán Cortes), invadió sus tierras en 1524, no ha dejado de sufrir en todas sus vertientes: humana, política, económica, cultural, religiosa.

El Salvador ha sido (y es) escenario durante siglos de una profunda desigualdad social y política, caracterizada por un represivo sistema oligárquico que marginó (y continúa marginando) a amplios sectores de la población. Entre asonadas militares, juntas cívico militares, consejos de gobierno revolucionarios, elecciones fraudulentas, seguidos en paralelo de numerosos intentos de reorganización del movimiento popular, se llega a la década de 1970, cuando aparece un nutrido movimiento guerrillero insurgente: Fuerzas Populares de Liberación (FPL), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Estas organizaciones hicieron hincapié en concienciar a la población del recurso a la vía armada como respuesta a la inexistencia del diálogo político y a la represión. Todo ello enmarcado en el avance del socialismo y el comunismo en medio de la Guerra Fría surgida entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

El fraude electoral de 1977, la persecución a la iglesia, el triunfo sandinista en julio de 1979, añadido al de la Revolución Cubana en 1959, dieron el definitivo impulso para que, en diciembre de 1979, las variadas organizaciones guerrilleras formaran la Coordinadora Política Militar (CPM), que dio origen, primero, al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), poco antes del asesinato del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, y seguidamente, a una cruenta guerra (75.000 muertos y desparecidos) entre 1980 y 1992.

En enero de 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz, el intento reformista más ambicioso emprendido por la sociedad salvadoreña para conseguir una sociedad más abierta y democrática, si bien, el balance, treinta y dos años después, sigue siendo desalentador, pues aunque cerró una terrible época, a la fecha sigue pendiente la reparación de las víctimas, la indemnización económica a las familias afectadas y el enjuiciamiento de los responsables.

Y desde 1992, tras varias elecciones en que se alternaron los dos principales partidos........

© La Marea


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