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Retazos de historia antiimperialista

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27.07.2024

«Hay que sembrar el terror! Hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que NO PIENSEN COMO NOSOTROS! En este trance de la guerra yo he decidido la guerra sin cuartel. A los que han hecho armas contra nosotros, contra el ejército, fusilarlos. YO VEO A MI PADRE EN LAS FILAS CONTRARIAS, Y LO FUSILO!».

Retazos sangrantes de historia viva

Siempre caminó entre bártulos lo que se impuso escapar de las garras de las potencias imperiales dando forma y contenido a la clandestinidad activa militante asentando donde pudo un itinerario un poco al azar y por otra pendiente oteando entradas y salidas doblegadas al fascismo, en distorsión a la resistencia donde encontrar el eco de sus voces, revoloteando más allá de las fronteras colaboracionistas y campos de exterminio acosando a los hijxs de la República. Inolvidable el recuerdo de las raíces implicadas que me dieron el ser en las que se hayan varias generaciones entre el decir y razonar de bisabuelos y abuelos (y luego padres educados en ello y más tarde los primeros hijos en tres tandas alejadas unas de las otras en la que me encuentro la última de la tercera donde otro varón y ¡por fin!, dos hembras, entramos a reforzar siembra y cosecha. Fuimos saltando y transmitiendo las ondas heredadas basadas en las aportaciones de la República, que había cambiado las formas de vida de comunicación de cultura y de organizarse los trabajadores, estudiantes y campesinos, y también la correlación de fuerzas en el pueblo (que hubo que abandonar y ya con ellos todxs de los que dependimos del hilo expandidos por el mundo). Pueblo florecido con sus sindicatos, partidos, y su Casa del Pueblo, su Casino, sus Bandas de Música, su Orfeón. Pueblo donde de aquella predominaban militantes anarquistas, pero también muchos comunistas y socialistas, republicanos… gentes como mis padres y abuelos comprometidos por una misma causa y como tal tuvieron que huir junto a hermanos, tíos y cuñados al monte cuando llegaron los falangistas armados a degollar rojos en un lugar donde todxs se conocían. Tuve dos abuelos, uno dinamitero altivo, insumiso y combativo del que me hablaron y no llegué a conocer; el otro era el director del Orfeón republicano que había en el pueblo, y un buen carpintero, que sí llegué a conocer.
Detenidos los huidos pasan por un calvario de detenciones, palizas, cárcel, torturas, penas de muerte, unos fusilados otros con largas condenas y se acabó la convivencia, se acabó el desarrollo social en armonía y extensión cultural en que empezó a desarrollarse el orfeón, la libertad, la tierra y los sueños de la mayoría de los parias, abriéndose un camino lago y complejo que........

© La Haine


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