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El negocio del prejuicio: sexo, racismo y miedo

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29.07.2024

En EEUU, diferentes grupos de atletismo femenino (desde fútbol hasta el tenis) han luchado por una equiparación de salarios con sus colegas hombres desde los años 70s.[i] Según el imperio del mercado que rige no sólo la economía de los países sino sus formas de pensar y de sentir, la diferencia se justificaría por la ley de la oferta y la demanda. La misma ley que hasta no hace mucho justificaba que las mujeres pagasen más en seguro médico que los hombres porque requerían algunos cuidados particulares relacionados a su aparato reproductivo. En gran medida todavía es así.[ii] Necesitan más servicios, que paguen más. Pero aceptar que las sociedades y la existencia humana se organicen completamente bajo las leyes del mercado es, por lo menos, cuestionable y arbitrario.

En 2022, las jugadoras de fútbol estadounidense lograron un sonado triunfo en una demanda por la igualdad salarial, por la cual se resolvió que recibirían 24 millones de dólares y un compromiso de la federación de fútbol para igualar los salarios de las selecciones nacionales masculina y femenina.[iii] La base razonable de estas reivindicaciones ha sido calificada o descalificada como feminista. Ahora, como es bien sabido, el machismo como cultura y el patriarcado como sistema no dependen sólo de los hombres sino de las mujeres también. En este sentido, algunos grupos de atletas mujeres han logrado comercializar su fama mal pagada en los deportes con actividades en redes sociales, las cuales les proveyeron, en algunos casos, de millones de dólares de ingreso. ¿Cómo? Explotando su propia explotación y, de paso, perpetuando la tiranía del patriarcado.

Un sistema siempre paga muy bien a sus defensores, y ningún defensor de la esclavitud más efectivo que unos pocos esclavos con privilegios. Las atletas que se hicieron millonarias en las redes sociales explotaron el principio ancestral y comercial de lo que un informe del New York Times subtituló, "El sexo vende".[iv] Por un lado tenemos las justas reivindicaciones de igualdad y por el otro el triunfo de las reglas del mercado que favorece la cosificación sexual de las mujeres. Es el caso de Olivia Dunne, gimnasta del equipo femenino del estado de Luisiana, quien se encuentra en camino de alcanzar la cifra de dos millones de dólares a través de sus poses sensuales en sus cuentas de Instagram y TikTok. Los mismos casos de las gimnastas Sunisa Lee y Paige Bueckers o basquetbolistas como las mellizas Cavinder además de una decena de otros casos. La comercialización de la propia imagen se disparó cuando las leyes dejaron de limitar su uso a las universidades para las cuales compiten los atletas.

Por un lado, las leyes resuelven un problema de justicia individual y por el otro consolidan una ideología, la del mercado, y una cultura, la del machismo que cosifica a las mujeres jóvenes y confirma la comercialización de la existencia humana y la explotación del mercado de sus instintos ancestrales, en este caso el sexo del otro.

Internet en general y las redes sociales en particular basan su negocio en los bajos instintos humanos. El gran mercado sabe que tiene más para ganar de los bajos instintos (miedo, ira, sexo, venganza) que de los sentimientos elevados (amor, justicia, solidaridad). El mercado del miedo, por ejemplo, es uno de los más lucrativos. Miedo a un ataque exterior (musulmanes, inmigrantes pobres, marcianos), miedo a que nos roben la identidad, miedo a perder el trabajo, miedo a que gane el adversario en las elecciones presidenciales, miedo a una crisis económica, miedo a los de abajo, miedo a los virus en Internet, miedo a abrazar, miedo a mirar al otro a los ojos... Aunque la estabilidad es una de las condiciones de una sociedad desarrollada (la palabra crédito procede de creo, creer en el otro), la inestabilidad y la incertidumbre son motores del sistema capitalista.

Si un trabajador no temiese perder su trabajo y, con él, en un efecto dominó, su seguro de salud, su casa y su familia, no trabajaría como un esclavo; no sería tan dócil y diría lo que realmente piensa de su jefe y del sistema. La industria del miedo........

© La Haine


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