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Mensaje de fin de año en Cuba

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wednesday

No sé cuándo se desmoronó el último residuo de muralla moral en las relaciones internacionales, cuándo fue que las apariencias dejaron de importar. Bush hijo inició su cruzada de reconquista del Medio Oriente, su guerra infinita contra el terrorismo e invadió Afganistán, pero tomó de pretexto el atroz atentado a las Torres Gemelas; cuando invadió Irak, dijo que ese gobierno fabricaba armas atómicas.

En realidad, los grupos yihadistas habían sido armados y entrenados muchos años antes por EEUU, para enfrentar a un gobierno de tendencia socialista en Afganistán. Y en Irak no había armamento atómico. Pero todavía el imperialismo consideraba necesario mentir, exponer razones y excusas. Si después se revelaba el engaño, ya no importaba.

No sé cuándo, ni cómo sucedió, pero un día dejó de ser necesaria la mentira, la excusa, y el motivo real apareció desnudo, desafiante, cínico. El imperialismo, en decadencia no tenía tiempo para inventar historias, y necesitaba imponerse a la fuerza; la soberbia ha sido desde entonces, paradójicamente, un signo de debilidad, pero también un síntoma de la emergencia del fascismo.

Probablemente repite los errores de todos los imperios anteriores en su período final de existencia, con una diferencia: nunca antes hubo armas tan masivamente letales. Israel, confiada en el incondicional apoyo del gobierno estadounidense, y escudada en una descomunal maquinaria mediática, transforma el genocidio, la limpieza étnica de todo un pueblo, en acto de defensa, desoye sin inmutarse las voces que llaman a detener la matanza de civiles.

Mientras escribo estas líneas, 15.000 seres humanos, principalmente mujeres, ancianos, niños, están acorralados en Al-Mawasi, una........

© La Haine


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