Un amigo del PSOE
Desde mi corta trayectoria como columnista de opinión leo con cierta envidia a algunos de los cronistas del periodo transicional. Les asistía, al menos, el beneficio de la duda y la expectación ante lo que estaba por venir. Políticamente, España iba a rebufo de Italia y de otras democracias europeas consolidadas. Con todo, para los plumillas más avispados la primavera de libertades y el carajal autonómico no tardaron en enseñar la patita.
Encuentro de interés articulístico la desfachatez de nuestra actual clase rectora pero soy bastante reacia a rubricar sobre el espectáculo nuestro de cada día. Los más asiduos a esta columna habrán reparado en mi escasa inclinación hacia el menudeo de la política patria de partidos, siendo yo una Régimen del 78 baby en toda regla. El motivo es que creo que el verdadero partido —valga la redundancia— se juega en otra pista. Encabronarse con el «sanchismo» es natural (y absolutamente estéril, excepto para el relumbrón del arribafirmante). Atender, o escribir hiperventilando, sobre el vodevil que el sistema tiene a bien servirnos para alimentar a sus consumidores diana (esto........
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