Una lectura equinoccial del 9-J (en el lado correcto de la historia)
(Jean Baudrillard)
Los españoles han hablado sobre la Europa que quieren para los próximos cinco años. Y han revalidado al partido que presuntamente dio contratos millonarios con dinero público a una empresa recomendada por la esposa del presidente, procedimiento que la fiscalía de la Unión Europea (UE) investiga al detectar indicios de delitos de malversación, prevaricación y tráfico de influencias. El PSOE ha salido de las urnas del 9-J mejor de lo que temía, pero objetivamente malparado por más que el equipo médico habitual lo celebre como un triunfo. Respecto a 2019 el PSOE ha perdido 2.108.496 votos y el PP le ha aventajado en más de 700.000. Eso sí, relativamente inmune al amplio acoso judicial, y llevando al límite la inevitable tensión entre la legitimidad de origen y la legitimidad de ejercicio. Quizás porque los votantes se han visto seducidos por un líder (, Oscar Puente dixit) que sacrifica la ética de la responsabilidad a la ética de la convicción. Como tiene escrito Max Weber > (El político y el científico).
Sin embargo, el cruce de los resultados del 9-J en España y en el conjunto de la Unión Europea debería hacernos reflexionar antes de que sea demasiado tarde. Porque en realidad Pedro Sánchez está al final de la escapada, va de victoria (pírrica) en victoria hasta la derrota final. A medio plazo no es posible, ni mucho menos responsable, que la imprescindible colaboración de populares y socialdemócratas para zapear a las extremas derechas en la eurocámara derive aquí en todo lo contrario para provecho del proyecto sanchista. El del PSOE caiga quien caiga, equiparando hasta la saciedad al Partido Popular (PP) con Vox (la cacareada ), por ser profundamente contradictorio con el modelo de cooperación entre centro derecha y centro izquierda de necesaria observancia en la UE, está condenado al fracaso. Los hechos son tozudos. Salvada la especificidad del caso catalán, en cada cita electoral Sánchez se deja algún penacho en la gatera, fagocita a sus socios por la izquierda hasta dejarles sin atributos, y no impide que crezca el flanco ultra sino todo lo contrario (a Abascal ahora hay que sumar Alvise). A eso Pedro Sánchez lo llama , aunque en realidad es el viejo reclamo leninista de . No se puede soplar y sorber al mismo tiempo, al menos no cuando de ello depende el futuro de millones de europeos. Uno para todos y todos para uno.
Confieso mi suspicacia. Pero cuando oigo a un político decir me pongo en lo peor. Me ocurre lo mismo que con lo de yanqui. Son expresiones que parecen incitar a pogromos porque expenden certificados de superioridad moral de unos, la beautiful people, sobre otros, los........
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