El Sr. Ego: ¿vacaciones o jubilación?
Apuntes de verano bajo la sombrilla (I)
Todos sabemos lo que es el ego. Nos miramos en el espejo y lo sentimos. Pensamos algo y lo sentimos. Nos enfadamos por algo y lo sentimos, tenemos miedo, y es él, etc. Así que el ego es lo que se suele definir como lo demasiado humano.
Su lado bueno – que lo tiene- nos advierte de lo que interesa a nuestra vida biológica y a su defensa como parte de la especie humana, pero su cara B no es nada bondadosa, aunque intenta hacernos creer que es la que nos conviene. Si odia, cree que es con razón; si aspira a ser el más grande cree que es lo justo. Si decide hacer negocios aunque arruine a otros, piensa que es la ley del mercado, y muchas cosas más, pero ninguna tiene ver con la conciencia.
Sus cantos de sirena negativos llegan a nuestra mente a diario como pensamientos contrarios a la conciencia ética y moral a la que pueden llegar a desplazar tan a menudo que en algún momento nos veremos obligados a tomar el control sobre su tiranía si queremos tener salud mental. Esto es algo muy necesario, si no queremos que esta criatura malcriada malogre nuestra vida y dañe la de otros, porque inevitablemente todo cuanto pensamos, sentimos y hacemos también tiene consecuencias, no solo en nuestra propia alma hoy y en lo que esta tiene que ver con su Mas allá, sino también en nuestro mundo inmediato personal, como cuando arrojamos una piedra en las aguas tranquilas de un estanque infinito: se propagan hasta el infinito.
El papel social de lo demasiado humano
Pocos de nosotros dudamos que es posible un mundo sin clases sociales dominantes, y- por tanto-sin........
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