¿Deben ir los pueblos a las guerras de los ricos?
Esta es una pregunta muy simple y sencilla de responder con un SI o un NO. Sin embargo, cada una de esas dos respuestas posibles encierra en su interior todo un mundo, un gigantesco entramado de ideologías políticas, creencias religiosas, sentido del deber, sentimientos patrióticos, capacidad crítica, valores éticos y morales, libertad de conciencia, industrias y negocios de todo tipo necesarios para la guerra, luchas por el poder, y muchas cosas presentes en la psicología profunda de las gentes a la hora de una guerra, que nunca es una opción democrática a debatir, y que no afecta a todos por igual. Los ricos, tienen bunkers, los pobres, trincheras. Los ricos no van a las guerras ni mandan a sus hijos. Los pobres, nunca fallan en eso. Los ricos lo hacen en su propio beneficio; los pobres, para beneficio de los ricos aunque creen que pelean por causas nobles. Los ricos no odian a otros ricos: simplemente compiten como lo hacen los entrenadores de fútbol con sus equipos en el campo. Los jugadores no se odian, pero los soldados que van a morir odian a los que van a morir en la trinchera contraria.
Un SI un NO a la guerra, supone elegir entre la vida y la muerte para muchos en el campo de batalla o para muchos bajo las bombas en sus propios hogares. Supone elegir entre el mundo en que uno vive y el mundo que vendrá, con la seguridad de que siempre será peor, más sucio, más pobre, con muchos mutilados y heridos graves, muchas patologías psicológicas y mucha más hambre para la población. Y tras la guerra, una vez firmada........
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