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Los nuevos tópicos del orden establecido

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28.02.2024

Como dice la sensibilidad burocrática de hoy, sin Estado no hay mercado, sobre todo, tras el crac de 2008 y la pandemia. Es indiscutible que los mercados gobiernan y dictan la ley, sobre todo los financieros, pero, en verdad, los Estados gestionan el disfuncionamiento de tal clase de gobierno. Viven para la economía. El estilo de vida moderno, industrial, consumista, sería imposible de otra manera, sin un aparato administrativo y coercitivo que fuera reparando los fallos de la maquinaria capitalista y amortiguando los conflictos suscitados. El Estado, es decir, la organización de la sociedad basada en el dominio y el monopolio de la violencia, la combinación perversa entre violencia y poder, desempeña un cierto papel en la nueva reestructuración capitalista en marcha. Lo cual en boca de los defensores populistas del orden establecido da lugar al gran tópico del Estado paternalista como respuesta a todos los problemas de los ciudadanos, desde los ambientales a los sociales. “El Estado lo es todo”, dicen: la seguridad, el bienestar, el enriquecimiento fácil, el disfrute, dependen de él. Para el partido del orden es en efecto una forma de organización social indispensable.

La ilusión de un interés común posible entre el Estado y sus súbditos, o la suposición de un espacio inexistente donde se puedan reconciliar los medios coercitivos estatales y las prácticas democráticas horizontales, son fundamentales si se desea que los gobernados actúen según pautas determinadas en tiempos de crisis -no hay otros- a favor de las medidas restrictivas que se le impongan, dejando la discusión y el análisis para los especialistas a sueldo. Sin embargo, no quedan lejos los tiempos en los que se consideraba al Estado como el patrimonio político de las clases privilegiadas, o sea, el poder organizado de la clase dominante sobre las masas dominadas. El llamado estado del bienestar era simplemente la forma estatal propia del capitalismo nacional, un producto fallido de la lucha de clases, la dominación política burguesa típica de una fase preglobalización hoy extinguida. Ignorar esta verdad significa disimular la existencia de dicha clase, algo que habitualmente hacen los políticos, y también los “verdes”, puesto que han sido cooptados por el orden y, dada la facilidad con que asimilan conductas burguesas en la vida diaria, también ellos creen pertenecer de facto a la misma. En fin, la voluntad popular nunca podrá expresarse a través del Estado, en tanto que poder separado, sino al margen. La tarea de las instituciones estatales no es representarla, sino sustituirla. El........

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