Sin petróleo: la asfixia del capitalismo
Los centros del poder económico del imperialismo occidental por décadas han tratado de evitar cualquier comentario con respecto al precio del petróleo, su demanda y su producción, en su lugar han inventado el argumento falso de que ya no dependemos mayormente del petróleo y los fósiles en general, que el desarrollo tecnológico de nuevas fuentes productoras de electricidad han de suplantarlos. Confunden la energía eléctrica con la energía de los combustibles. Pero el pánico ha vuelto a occidente con el aumento de precios de los diferentes crudos de petróleo en los últimos meses, incluso su subida en octubre del 2023 (que fue importante) se mantuvo discreta.
La propaganda ha sido total, incluso en sectores que se dicen defensores del medio ambiente; todos juegan con la fantasía de un mundo sin petróleo aunque lo usamos todos los días y su consumo y demanda aumentan -pasa hoy los 93 millones de barriles diarios y en 5 años se estima llegará a los 110 y como prueba sabemos que cada día 200 barcos tanques mueven más de 60 millones de barriles de petróleo crudo y combustibles alrededor del mundo mientras el resto lo transportan oleoductos y trenes. Estos montos cubren las necesidades de una humanidad y un sistema capitalista sin límites; la eventual decadencia productiva se ha vuelto un enigma intangible. Está muy lejana la situación de los 1970s, entonces las corporaciones petroleras justificaban sus aumentos de precios con el argumento de la futura escasez de los no-renovables. Hoy, quizás ya no necesitan anunciar que “el lobo viene,” porque simplemente el lobo ya está aquí.
Nuestra realidad
Seguimos viviendo y dependiendo del petróleo y de los combustibles fósiles. Los combustibles derivados del petróleo son usados mundialmente en más del 60 por ciento para transportar gente y carga. En Canadá el porcentaje es 65 por ciento; en Estados Unidos es del 71 por ciento, ambos están entre los países que más consumen petróleo y gas natural por habitante. Del total de combustibles fósiles consumidos el más común es la gasolina (que incluye mezclas con etanol) alcanzando un 40 por ciento del total usado globalmente, le sigue el Diesel con un 37 por ciento (que incluye los biocombustibles), y luego el combustible para aviones que suma un 12 por ciento, el propano que en décadas pasadas parecía que iba a ser más usado pero que hoy suma apenas el 1 por ciento. El combustible residual o fuelóleo (fuel-oil) que es producto del proceso primario de una refinería suma todavía el 9 por ciento y es mucho más usado que el gas natural (como combustible), este último se suma a la energía eléctrica de baterías recargables y apenas alcanza el 1 por ciento del total usado en mover gente y carga en el mundo.
Hay otras áreas en que el petróleo y el gas natural son esenciales, como es el caso de los polímeros artificiales (o plásticos) que usan el 16 por ciento del total producido de ambos. Debemos considerar también el uso de petróleo en las maquinarias que se usan en la construcción de infraestructuras (o construcción en general), en todo el aparato de guerra, en plantas productoras de fertilizantes, en la industria de productos químicos, en oleoductos, gaseoductos, acueductos, en la minería, en la agricultura (especialmente en el caso de los monocultivos), en la calefacción y aire acondicionado y en la preparación y procesamiento de alimentos.
La propaganda incesante, y repetida por casi todos, se basa en los cuentos de agencias de noticias e incluso de la prensa especializada cuya meta es confundir el papel del petróleo en la energía eléctrica. A nivel global la realidad es que el petróleo en forma de combustible........
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