Chile. Democracia y partidos políticos
LOS PARTIDOS NO SIEMPRE FUERON PARTIDOS
Como lo señaláramos en un trabajo anterior, la democracia para las Naciones Unidas es una forma de gobierno que, para ser tal, requiere división de ‘poderes’ estatales, existencia de partidos políticos y realización de elecciones periódicas que han de ser libres secretas e informadas. Los partidos son uno de los elementos constitutivos de la democracia.
La historia nos enseña, sin embargo, que los partidos, al igual que la generalidad de los fenómenos, no fueron siempre lo que hoy son. Y es que los seres vivos —y, en especial, los seres humanos— somos seres con historia o, lo que es igual, seres con pasado. Porque tras nuestras existencias hay infinidad de circunstancias tremendamente entrelazadas que pueden explicar cómo hemos llegado a ser lo que somos y por qué. Por extensión, las obras del ser humano siguen similar derrotero. No podía ser diferente con los ‘partidos’, sistemas abiertos, organizaciones políticas, obra de la evolución del ser humano. No obstante, los ‘partidos’ son una creación humana reciente, una invención moderna, que se manifiesta con posteridad a las revoluciones francesa, inglesa y estadounidense. No por otro motivo, en la Francia anterior a la revolución, las organizaciones que incursionaban en la vida política de la nación carecían del nombre de ‘partido’: eran organizaciones sociales que se nucleaban en torno a los intereses del gremio al que se pertenecía. Se les llamaba ‘clubes’, como el Club de la Montaña, el de los Girondinos, el de los Jacobinos, el de los Imparciales, entre varios otros. Hoy, sin embargo, y a pesar de lo dicho, se les llama ‘partidos’, analogía inadecuada a todas luces pues no eran ‘partidos’ en el sentido que hoy se les conoce. De la misma manera, tampoco se puede hablar de ‘partidos’ en la época de Cristo y recurrir al empleo de ese concepto para identificar las sectas de los saduceos, fariseos, esenios o zelotes.
El ‘partido’ hoy es una estructura social, reconocida por el Estado, propia de la democracia moderna, que se organiza para gobernar de acuerdo a la ley y representa los intereses de determinados sectores.
POR QUÉ LA DEMOCRACIA NECESITABA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Los creadores de la forma democrática de gobierno suponían que al interior de cada sociedad se forman distintas corrientes con diferentes fórmulas acerca de cómo ha de administrarse la misma. Esas corrientes debían ser reguladas para que pudiesen cumplir a cabalidad las tareas que se habían propuesto. Los partidos, sin embargo, no son solamente aquello. Nunca lo fueron. Hoy menos que ayer, no son únicamente corrientes de opinión sino estructuras integradas por personas que representan la defensa de determinados intereses de una clase o fracción de clase. En consecuencia, los partidos no son neutrales. No se organizan simplemente para discutir sobre el arte, la belleza de una flor o el heroísmo de una persona, sino sobre los intereses que van a defender en los diversos estadios que conforma la estructura estatal.
Acerca del origen de la palabra, señala un autor, “La palabra partido deriva ella también de latín, el verbo partire, que significa dividir. Sin embargo, la palabra no entra en ninguna forma significativa en el vocabulario de la política hasta el siglo XVII, lo cual implica que no entró en el discurso político directamente del latín”
Se les incorporó como soporte esencial de la forma de gobierno del Estado capitalista porque aquella, para tener legitimidad, exigía imperiosamente la presencia de una ficción institucional que convenciese a la comunidad de estar auténticamente representada: los partidos sí representaban la voluntad del conjunto social. De ahí a atribuir a aquellos la función de confeccionar las listas de los candidatos por los que debería votar el ‘pueblo’ había un solo paso. El partido cumple hoy esa función: “Las listas o personas que le presentan los partidos ya son elegidas de antemano por los partidos. El proceso de esta elección previa oculta, que es la elección propiamente dicha, es complicado […] son siempre los comités de los partidos, nunca el pueblo, los que intervienen en este comienzo decisivo […]”.
El ejercicio de tal función implica un costo: la separación de los representantes de sus representados, situación que pone de manifiesto en Chile el desconocimiento que la población tiene respecto de los candidatos que van a ser elegidos en las elecciones de octubre próximo.
“La 31ª versión del estudio de Ipsos reveló que existe un alto desconocimiento respecto de que se votará por concejales, gobernadores y consejeros regionales. A esto se suma que no saben cuáles son las funciones que desempeñan estos cargos”.
Es natural que así suceda: el ‘alto desconocimiento’ que la ciudadanía tiene de las ‘autoridades’ a elegir pone de manifiesto su nula injerencia en la previa confección de las listas respectivas.
Y puesto que son los partidos quienes van a ofrecer al ‘pueblo’ la nómina de los nombres por quienes ha de votar, tampoco debe sorprender que dichas listas contengan un no despreciable contingente de personajes sorprendidos en plena infracción a la ley sobre pago de pensiones alimenticias. La pertenencia de estos sujetos a determinadas corrientes políticas tampoco debe sorprender.
“109 de los inhabilitados pertenecen a algún pacto de la oposición (Chile Vamos, Partido Republicano, Demócratas o Amarillos, y el Partido Social Cristiano). De ellos, la mayor cantidad de candidaturas inhabilitadas se reparten entre la RN (27), republicanos (27), la UDI (17) y el PSC (14)”.
EL PARTIDO COMO ESTRUCTURA ESTATAL
El partido moderno no es una estructura social propiamente tal. Es una estructura estatal. Es un soporte ideal de su propia forma de gobierno que es la democracia. Según el filósofo alemán Karl Jaspers, los partidos “Estaban concebidos como........
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