Europa se dirige a la desintegración económica de sus principales potencias
Desde que comenzó la década de 2020, no levantamos cabeza. Hemos encadenado una crisis tras otra, comenzando por la pandemia y los confinamientos. Luego la ruptura de las cadenas de suministro, el inicio de un periodo inflacionario que explotó con la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Más tarde la subida de los tipos de interés para atajar la inflación, puso presión sobre las economías europeas sobre todo, debido a la combinación de crisis energética (hubo que cambiar con rapidez el barato suministro de gas ruso por el caro GNL americano, entre otros), aumento de los precios de los alimentos, caída endémica de la productividad y competencia con los productos importados de China.
El resultado de esta secuencia de pequeñas crisis es una situación desesperada para los principales países europeos. El endeudamiento público se ha disparado y no permite hacer más excesos. Además se anuncian ajustes fiscales (que llegan con retraso), porque la deriva de la deuda tiene que ser frenada en seco para asegurar la solvencia de las cuentas públicas. Y un ajuste fiscal en un momento de debilidad es lo peor que nos puede pasar, solo que hemos esperado demasiado tiempo y ahora tenemos que hacerlo por las buenas o por las malas. Pero en un entorno tan pésimo, ajustar la economía vía menor gasto y mayores impuestos, es una bomba.
Llevo unos días introduciendo pequeñas noticias sobre lo mal que se encuentra Europa, a través de artículos dispersos. He reunido unos cuantos (con algún añadido) para hacer un pequeño repaso-resumen de la situación por países, con una serie de pinceladas básicas. A través de las dificultades propias de cada país, obtenemos una amplia visión de los problemas globales (con una característica común, que es el endeudamiento público masivo).
España
Es la que mejor aspecto presenta superficialmente. Pero acaba de demostrar que el gobierno no puede tomar ninguna medida fiscal porque los apoyos parlamentarios se componen de partidos de derecha, izquierda y extrema izquierda. Semejante combinación puede servir para una moción de censura, pero es inviable pretender gobernar y sobre todo legislar, con un pacto que englobe posiciones tan contrapuestas.
En el momento que se ha pretendido hacer una reforma fiscal para aumentar los ingresos y racionalizar el déficit público, todo ha saltado por los aires.
Si bien el crecimiento económico es boyante, gracias al turismo sobre todo, la deuda pública es imparable. Puede que presenten cifras agradecidas como la reducción de la deuda/PIB, pero lo cierto es que la deuda pública total es enorme y sigue creciendo con mucha fuerza, incluso con incrementos del PIB superiores al 3%.
En un año fantástico con un aumento del 3%, no solo no conseguimos reducir absolutamente nada de deuda, sino que el periodo Septiembre 2023-Septiembre 2024, presenta un incremento de casi 59.000 millones de euros. De poco sirve que la deuda-PIB baje en porcentaje, si luego llega una crisis y se vuelve a disparar como pasó en 2008-2020. Lo importante es la deuda total. Y como se ve, hemos entrado en una dinámica donde a pesar de años de excelente crecimiento, la deuda nunca deja de crecer con fuerza. Pasó con el gobierno de Rajoy (conservador) y ahora pasa con el gobierno de Sánchez (socialista).
Esta tendencia es la que se pretende frenar desde Europa, con un ajuste fiscal severo.
A pesar de todo, España es la economía europea que presenta mejor aspecto, entre las grandes.
Gran Bretaña
Este excelente informe nos dice todo lo que necesitamos saber.
Espiral descendente
Desde la década de 1980, Gran Bretaña se ha convertido cada vez más en lo que podríamos llamar una «economía rentista», que ha puesto fin a la mayor parte de su base manufacturera y depende principalmente del sector financiero de la City de Londres y de los servicios empresariales que la acompañan, proporcionando un conducto para la redistribución del capital de los Jeques del petróleo, los oligarcas rusos, los empresarios indios y las tecnológicas estadounidenses.
A lo largo de este período, el capitalismo británico decayó en relación con sus pares entre las economías del G7 y otros estados europeos más grandes. Pero particularmente después de la Gran Recesión, y tras la decisión de abandonar la UE y la pandemia de COVID, la economía británica entró en una espiral descendente que hasta ahora no ha podido detener. El crecimiento del PIB real todavía está más de un 20% por debajo de su tendencia anterior a 2008, aunque ese retroceso se aplica a todas las economías del G7, aunque a un ritmo menor.
La productividad entra en barrena
De hecho, el crecimiento de la productividad (es decir, la producción por trabajador por hora) ha sido terrible. La productividad se ha desacelerado a menos del 1% anual. Antes de la crisis económica de 2008-09, la producción británica por hora trabajada crecía constantemente a un ritmo anual del 2,2% anual. En la década transcurrida desde 2007, esa tasa ha caído al 0,2%. Si la tendencia anterior hubiera continuado, el ingreso nacional del Reino Unido sería un 20% mayor que el actual.
La inversión corporativa se hunde
La naturaleza rentista del capital británico se revela en este informe del IPPR: “La inversión corporativa ha caído por debajo de la tasa de depreciación – lo que significa que nuestro stock de capital está cayendo – y la inversión en investigación y desarrollo (I D) es menor que la de nuestros principales competidores. Entre las causas se encuentran un sistema bancario que no está suficientemente centrado en otorgar préstamos para el crecimiento empresarial y el creciente cortoplacismo de nuestro sector financiero y corporativo. Bajo la presión de los mercados de valores cada vez más centrados en los rendimientos a corto plazo, las empresas........© Kaos en la red
visit website