De la última novela de Jacobo Bergareche me quedé con una frase: "Las despedidas tienen que ser cortas, las bienvenidas largas". Yo nunca he sabido decir adiós. Se me resiste, como un trabajo manual de cierta dificultad o una destreza psicomotriz fina no adecuada para mis manos torpes.

Podría ser hábil en las despedidas, por lo tanto, pues exigen firmeza y brusquedad, despojarse de sentimentalismos........

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