Toda promesa lleva consigo su fracaso. Cuanto más se promete, mayor es el abismo posible. O el éxito, según se alcance. En estos tiempos de propaganda y bulos, las promesas se multiplican, especialmente en la arena política. No es algo nuevo.

Si usted tiene cierta edad y busca en sus recuerdos, seguro que recordará aquello de ‘OTAN de entrada no’ o el ‘Súmate al cambio’ y los impuestos. Las promesas políticas se han convertido en trolas estratégicas a utilizar según convengan para alcanzar o mantener el poder. Esto ha generado una dinámica perversa: la pérdida de valor de la palabra dada.

Hoy parece que no importa nada o muy poco, si no se cumple una promesa. No importa mentir si resulta útil a efectos políticos, es decir, para controlar el poder. Y el valor de la palabra, —de esas promesas lanzas al viento—, es menos importante cuando se alimenta la desmemoria y crece la bola con nuevas trolas que mantienen esa dinámica sin........

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