Pensar cuesta para muchos y es incómodo para otros
La verdad se presenta completa pocas veces: llega por mitades, se sirve tibia y suele venir acompañada de una coartada o interés encubierto. En el Perú, la media verdad es deporte nacional y la falacia su reglamento. Esto no es mentir descaradamente —eso exige coraje—, sino decir lo suficiente para parecer honesto y omitir lo necesario para ser eficaz. Así, entre pausas y premisas defectuosas, se construye buena parte del debate nacional.
Aristóteles, en Refutaciones sofísticas (siglo IV a. C.), indica que la falacia nada tiene de inocente: es un razonamiento que parece válido sin serlo. Es el traje formal de la mentira: no grita, pero persuade. Y la media verdad es su prima elegante: afirma algo verdadero para esconder lo relevante.
Desde una toma legal, podemos decir que la falacia falsifica deducciones o inferencias, mas no hechos. En el Perú, este arte ha sido perfeccionado por la brecha educativa y la flojera mental. ¿Cómo? Pues bien, la política peruana........





















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