En un contexto de reordenación de poder con dos bloques enfrentados, liderados por Estados Unidos y China, Europa mantiene el liderazgo en la construcción y mantenimiento de una sociedad avanzada en términos de democracia liberal, lo cual tiene un valor incalculable. La construcción de esta sociedad basada en valores de libertad y justicia social se ha apoyado en el éxito económico que la ha hecho posible, gracias a la consolidación del ideal de la Unión Europea.

El diagnóstico actual es que el proceso de construcción se ha gripado y, peor aún, anquilosado, lo que dificulta en gran manera los próximos pasos necesarios para una unión política. Europa no tiene un problema de ideas, sino uno de ejecución. Llevamos años administrando un statu quo que ha acabado tolerando la fragmentación del mercado único con un elevado coste para toda Europa.

Si aspiramos a competir con potencias globales como Estados Unidos o China, debemos asumir una conclusión sencilla. Sin una ruptura del impasse en el que estamos, la Unión seguirá rindiendo por debajo de su potencial. Seguiremos cediendo el ideal de la unión política al protagonismo creciente de los Estados miembro y perdiendo definitivamente la batalla de la productividad, competitividad y, con ella, la soberanía frente a los dos grandes bloques.

Prueba del deterioro es el creciente gap entre el PIB de la UE y Estados Unidos: mientras que en el año 2014 ambas geografías tenían un PIB similar, en 2025 el de Estados Unidos superaba al europeo en casi dos billones de dólares y en 2030 el gap podría alcanzar los tres billones de dólares. También el PIB per cápita de la UE ha evolucionado a peor: en 2024 era un 28% menor en la UE, casi cuatro puntos porcentuales más que hace cuatro años.

Es evidente que la arquitectura actual nació para otra etapa, pero ya no da más de sí. La pregunta es qué tipo de Europa necesitamos en una situación de........

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