A pesar de la niebla, hay que caminar
Los artistas vamos llegando. Hermandad, instrumentos, un vaso de cerveza, un abrazo. La Fuente de Montjuïc de telón de fondo empezando a iluminarse. La noche cae y se abre la noche. Barracones prefabricados haciendo de camerinos delimitan el campamento base por los cuatro lados. En medio del cuadrado, mesas colocadas al aire libre con un poco de comida y buen ambiente. En el otro lado de la fuente se levanta el escenario imponente que mira hacia las torres venecianas. Un hormiguero de técnicos, montadores, productores y músicos suben, bajan, entran y salen. El concierto por el País Valencià está a punto de arrancar. Toda ayuda recaudada será poca. La avenida Maria Cristina grita entregada. La gente está ahí, la gente nunca falla. Solo el pueblo salva el pueblo.
Las Llavors [semillas] de La Fúmiga son sembradas y los focos de colores ya giran. Que si Masstimas [me quieres], pregunta Edu Esteve. ¿Cómo no te voy a querer, Catalunya?, si en dos semanas has sido capaz de levantar un gran concierto de la nada y construir una actuación colectiva de apoyo a los amigos valencianos. Una idea de Lluís Llach —y la Assemblea Nacional Catalana (ANC)— que cuando levanta el teléfono recibe el 'sí' inmediato de Xavier Antich y Òmnium. Los dos, coorganizadores del acto, secundados enseguida por decenas de entidades. Manos a la obra. Somos de un país, somos del mundo, nos recuerdan los Brams, mientras una estelada gigante se despliega por encima de las cabezas de los asistentes. Un........
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