Convergente
Las nuevas revelaciones sobre la operación Catalunya evidencian (de nuevo) las maniobras de las cloacas del Estado para interferir en la campaña electoral de las elecciones catalanas de noviembre de 2012, casualmente las primeras en las que CiU apostó por el derecho a decidir. Como ya es sabido, Marcelino Martín Blas, excomisario de Asuntos Internos de la policía española, ha comparecido en comisión para desacreditar un borrador elaborado por la UDEF, y que publicó El Mundo en plena campaña electoral, donde no se mencionaba a Mas, Pujol y Puig ni a familiares de los mismos que derivaran capitales a Suiza, Liechtenstein o a ningún otro paraíso fiscal. Algo parecido a lo que hizo el mismo diario respecto a las ficticias cuentas millonarias de Xavier Trias en Suiza, y que también le costaron una derrota electoral. Podemos estar de acuerdo o no, pero la evidencia es que por aquel entonces Convergència era considerada, por las fuerzas de orden estatales, un peligro mayúsculo.
Simultáneamente, esta semana hemos podido leer la conversación a tres bandas entre Pujol, Mas y Trias en La Vanguardia, donde reivindican la marca y también el estilo convergentes, que se resumiría en ser lo máximo de inclusivos (es decir, fuertes) posible. El peligro que Convergència suponía para el Estado no residía en su pensamiento, hasta entonces todavía relativamente inofensivo (y, a mi criterio, demasiado ciego), sino en su capacidad aglutinadora. Si eres grande,........
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