menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

La lengua: aquí la vergüenza también tiene que cambiar de bando

2 1
05.01.2025

Esta semana he ido a comprar en una tienda de ropa de la marca Subdued a la Illa Diagonal de Barcelona. El trato que me dispensaron sus trabajadoras fue tan amable como castellanohablante en todo momento. Yo hablaba en catalán, ellas respondían en castellano. A la hora de ir a pagar, vi que detrás de la persona que me cobraba había un letrero con las direcciones de las otras tiendas que Subdued tiene en Barcelona. Y ponía literalmente: "c/Provenza, 268" y "c/Pelayo, 12". Y aquí viene la clave de este artículo: a pesar de que —como es evidente— me fijé y me sorprendió, no dije nada. Podría decir que tenía prisa (cosa cierta), podría decir que había gente detrás de mí haciendo cola (cosa cierta), pero la razón más importante es que en el fondo quise esquivar el momento de conflicto. Por lo que fuera, no pedí explicaciones de por qué todo estaba en castellano, incluso una toponimia que hace muchos años que está normalizada en catalán (¿Si llegan a tener una tienda en Terrassa habrían escrito Tarrasa?). Así pues, quise evitar el conflicto por una mezcla de prisa, de quitarle importancia, pero sobre todo de vergüenza. Vergüenza de tener la sensación que iba a montar un número, de ser el rarito y vergüenza también de quejarse a unas trabajadoras que, seguramente, no tenían ninguna culpa. Pero quien tuvo vergüenza de levantar el dedo fui yo. Hasta hoy.

Hasta hoy porque, al salir del establecimiento pensé que quien tenía que pasar vergüenza era Subdued, una multinacional italiana que, de la misma manera que debe pagar impuestos, que debe tener dados de alta sus trabajadores en la Seguridad Social y que sigue unos determinados horarios comerciales, también tiene que cumplir la normativa lingüística. En mi no queja, también pesó el........

© ElNacional.cat


Get it on Google Play